Haciendo imbecilidades

“Hicimos una imbecilidad” concluí, y miré al techo, frustrada. Era de noche, estábamos cansados, y yo estaba frustrada; al punto de que mi perro se acercó dulcemente a darme apoyo moral.

En lugar de haber escogido la ruta que ya estaba más que probada -y con la que habíamos viajado casi todos- caímos en los cantos de sirena de la promoción de la aerolínea tradicional, que tenía las conexiones más pichas posibles.  Es decir, si queríamos llegar el mismo día a destino, iba a ser más o menos imposible…a no ser que pagáramos una buena cantidad de dinero. Una metida de pata bastante larga. 

Llamé al call center. Dos veces. No hubo resultados ninguna de las dos. La primera vez, porque la persona que tomó mi llamada no fue clara conmigo, sin importar cómo le reformulara las preguntas. La segunda, porque, aunque la persona que me respondió se puso en la tarea de buscarme una conexión, el precio del cambio era prohibitivo y no podía tomarlo. Así que la única opción que quedó fue pensar que mañana podríamos encontrar una solución, o salir al día siguiente en un vuelo de la mañana. 

Nos quedó la sensación agridulce de no haber podido hacer nada para solucionar. Me fui a la cama, a dar vueltasahogándome en la sábana, mientras pensaba cómo podía resolver el problema en el que estábamos.

This entry was published on September 20, 2023 at 9:00 am. It’s filed under Diario de Viaje, Viaje and tagged . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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