…pero el ron se agota, como dice uno de mis filósofos favoritos.

Crédito de la imagen: Disney
Y con temor vi que ya se iban agotando los alojamientos en Bruselas, sin poder encontrar algo que fuera de mi agrado y no costara un ojo de la cara. Había unos muy mal ubicados, lejos de todo y de todos. Y había otros que, en palabras de los propios europeos, “de noche daban un poquito de miedo, pero de día la cosa cambiaba”, lo que me motivó a cerrar sin dudarlo la ventana en que estaba mirando el alojamiento.
Hasta que finalmente, pensé “¿por qué no un hostel?”
A la larga, los hostel tienen también habitaciones privadas y con baño privado (que es lo más importante), y cuentan con el plus de una cocina en la cual poder hacer un desayuno. Además, en Europa hay hostels que son como hoteles en términos de amenidades, localización y limpieza. Y buscando en ese departamento, efectivamente, ahí encontré nuestro alojamiento.
Entré a HostelWorld, y pude encontrar con facilidad mi Hostel. Es moderno y elegante, está situado a escasos 20 metros de la Grand Place de Bruselas, a un precio razonable para la época, y tal como lo había pensado. Sin embargo, también pueden explorar alternativas en Booking -que también ofrece hostels o albergues, como los llama- o hostels.com Yo me incliné por HostelWorld porque lo había utilizado en un viaje a Milán acerca del que no les he contado aún.
En este punto, quisiera hacer unas recomendaciones con respecto a buscar -y encontrar- un alojamiento al viajar. Para empezar, siempre leo los comentarios. Esas encuestas que mandan las páginas de reservas -e incluso los propios hoteles- después de la estadía no es una molestia o algo que se llena porque sí. Eso les ayuda a ir construyendo una reputación en línea, que puede interpretarse como una versión online del voz-a-voz. Así que nunca desechen las calificaciones o los comentarios o lo subordinen a la variable precio, que uno se puede llevar sorpresas, y de las malucas.
Adicionalmente, tomo las cosas según de quién vengan. Es decir, valoro bastante los comentarios que hacemos los latinoamericanos y en particular mis paisanos colombianos. Especialmente, con relación a la limpieza, la localización y la seguridad de un alojamiento. Admitámoslo: los latinoamericanos somos un público difícil en estas categorías, venimos de ciudades complejas y tenemos muy buen instinto en ese sentido con relación a otras sociedades. Por esto, una reseña positiva viniendo de un usuario latinoamericano es muy apreciada por mí a la hora de ponderar un alojamiento. O, en sentido inverso, una descripción que inquiete proveniente de un europeo o norteamericano -que suelen ser más laxos en términos de orden y seguridad- preocupa y bastante. Es que, como dije arriba, fue suficiente para descartar un alojamiento sin necesidad de pensarlo dos veces.
Así pues, con esto ya llega ese momento en el que uno deja que el viaje macere. Que madure y se decante hasta que llega el momento de partir, y vivirlo.