Una Columna de Fuego

Quise comenzar el año con este, uno de los regalos más adorables de mi novio. Como ya conté, fue justo en diciembre cuando una de las librerías de la ciudad publicó una promoción de libros con descuentos muy atractivos. Entramos, pero le expliqué que no iba a comprar nada por estar recién llegada de Bélgica (link) y pensaba que no era prudente que me pusiera a comprar libros. Entonces, me lo regaló como parte de mi regalo de Navidad.

Escogí este título, que es uno de los que componen la colección de Kingsbridge de Ken Follett de la que forman parte Los Pilares de la Tierra y Un Mundo sin Fin, los cuales ya conozco (ver aquí y acá, respectivamente).

Comencé a leer y de inmediato me sentí en Kingsbridge. Pero era otro Kingsbridge… igual y diferente del pueblo de las anteriores entregas de la saga, y de la misma precuela, que leí el año pasado. Supongo que en eso radica parte del éxito de Follett a la hora de contar esta historia: expone al lector al paso del tiempo, y muestra cómo algunas cosas -especialmente materiales, o externas- cambian, pero los conflictos principales que afectan a los seres humanos permanecen a lo largo de los siglos, de una forma atemporal.

Este Kingsbridge al que llegué se siente mucho más cercano a la Modernidad. De todas las obras de Follett, eminentemente históricas, esta tiene a su vez un toque de novela de aventuras -como un toquecito picante- derivado de la profesión de dos de los personajes (uno principal, otro secundario) que me encantó. Hasta el punto de que, desde muy al principio de la novela, mi cabeza le asignó una banda sonora (link), tal vez derivada de la época, los personajes, y las armas que describe Follett: la banda sonora de la película Piratas del Caribe:

Hasta la fecha, este libro es el más monumental de los que he leído en esta saga. Tal vez por la escala geográfica, la cantidad de personajes, y lo complejo de los arcos de cada uno, que se van entrecruzando a lo largo de la historia. Para mayor complejidad, los arcos de los personajes no se cruzan con los del mismo grupo, sino unos con otros de otros grupos de personajes a lo largo del tiempo en esta novela, entrecruzándose; por lo que hay que estar atento a los detalles y conversaciones.

Asimismo, la geografía representa una complejidad adicional para el lector. Follett describe muy bien esa primera globalización vivida en la época. Con sus palabras nos lleva, desde Kingsbridge, hasta el mismo norte de República Dominicana, la Sevilla de Felipe II, Amberes en su época de esplendor; y las capitales europeas de la época, como Londres y París…para siempre regresar a su Kingsbridge. El terruño, otro tema universal.

Una última capa de complejidad son los acontecimientos históricos. Es cierto que el reinado de Isabel I fue tumultuoso, pero en este libro se recoge todo, o casi todo. Llega, incluso, hasta describir los hechos de la Noche de San Bartolomé, la reconquista de Calais, las Guerras de Religión en Francia, la Armada Invencible y el calvinismo; hasta los cismas que sacudieron occidente por esa fecha y sus efectos. Bien fueran a nivel micro, en las personas y los grupos de vecinos; o macro, a nivel político y militar.

Por todo esto, me temí, Follett no lo lograría. Dejaría cabos sueltos, abandonaría personajes. A los mejores les pasa. Peeeero no. No él. En sus casi mil páginas, Follett abarca una novela brillante y compleja; de ritmo apasionante que, a momentos, hace casi imposible soltarla. No deja personaje abandonado, cabo sin atar ni arco sin pulir en la que, sin duda, es para mí la mejor novela de la saga hasta la fecha. Todo tiene su lugar y cumple su función en esta construcción de historias, de personajes que se entrecruzan como en un baile cortesano (desde Catalina de Médici hasta William Cecil o el Embajador Walsingham) que unidas, tejen el tapiz de Kinsgbridge.

This entry was published on February 5, 2024 at 9:00 am. It’s filed under Lectura and tagged , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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