El cuento de la Criada

Un libro que, sin darme cuenta, era una relectura motivada por una maratón reciente de la brutal adaptación del libro hecha para Hulu

De nuevo, viajo a Gilead, y me pongo en los zapatos de Offred para transitar la distopía. Una distopía que no he sentido lejana en estos días post-covid, gracias a los demoledores estudios de la Universidad de Los Andes: este, este (sobre empleo) o este . De esto se hizo eco en su momento El Espectador, en este y este artículo. 

Así, con sentimientos encontrados comienzo a leer y me vuelvo a dejar envolver por las palabras de Atwood, a quien considero una maestra de la escritura. Hasta el punto de sorprenderme porque todavía no le hayan dado el Nobel.

Con el corazón adolorido, leo los horrores por los que pasa la Criada en su intento de sobrevivencia en medio de la teocracia que describe (mientras, internamente, voy haciendo un paralelo de sutiles diferencias con la serie de TV que no viene al caso contar aquí), y se me arruga el corazón aún más al leer los chistes sonsos de Pieixoto, con los que cierra el libro. Como si Atwood quisiera añadir esa ligereza como un epílogo negro a la brutalidad de Gilead.

Atwood, como siempre, se luce en las metahistorias. En unir lo disímil y en viajar en el tiempo. Pero, sobre todo, en recordar la importancia de un mensaje claro, como es esta vez el cuidado de la integridad de los derechos de la mujer, ilustrados en esta frase: 

“Nunca olviden que solo hace falta una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres sean cuestionados. Estos derechos nunca pueden darse por sentados. Debes permanecer vigilante durante toda tu vida”

Simone de Beauvoir

This entry was published on March 18, 2024 at 9:00 am. It’s filed under Lectura and tagged , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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