Este año, fui a la Fiesta del Libro. Por fin. Gran evento.
Tengo que decir que, aunque lectora, soy muy poco fan del nerdtertainment; ahí sí suelo ser un poco más convencional. Pero este evento me dejó la vara alta. Fue una gran muestra de coordinación entre las distintas entidades alrededor de un mismo fin, que es la promoción de la lectura. Es un gran evento de ciudad. Se ve el entusiasmo de quienes participan en él. Y la logística -paro camionero y todo, lo que afectó el stock de libros el primer día- estuvo impecable.
Resalto mucho las actividades dirigidas a los más pequeños. Incluso para quienes íbamos con ánimo meramente comercial, como yo, era palpable que la mayor parte del esfuerzo de la Fiesta-que, para el público general, era gratuito- estaba centrado en las actividades de promoción y difusión de la lectura entre los niños y adolescentes, adelantadas sobre todo en las carpas de las Cajas de Compensación -la magenta y la verde– y por la Alcaldía.
Para llegar, hice la vuelta completa: me fui en transporte público. Luego contaré con más detalle cómo es la cosa. Pero llegué, temprano, cuando no había un montón de gente. Y comencé a ver libros.
Para comenzar, hay ofertas de todos los tipos: desde el 10% hasta el “paga el de mayor precio y llevas dos”. Todo depende del sello. Personalmente, compré libros de todos los precios. Sin contar los bonos de cajas de compensación que ofrecieron, y que uno podía activar acercándose al stand de cada Caja en la Fiesta. Sobra decirse que el bono depende del nivel de ingreso que se tenga; pero todo es cariño. Asimismo, varias editoriales ofrecieron bonos de descuento por redes sociales; por lo que no era sino mostrar el pantallazo del bono que enviaban, para que aumentara el porcentaje de descuento ofrecido.
La mejor parte fue el Orquideorama. Rescato los stands de Penguin y Planeta. Eran enormes, y pude conseguir muy buenos ejemplares -y muy buenas ofertas- en ambas. Mínimo del 20%. Rey Naranjo también tenía cosas bonitas. El Fondo de Cultura Económica tenía un stand grande también, ya que tienen muy buena colección. Y encontré presencia de editoriales independientes como Mesa Estándar y Páramo, que también ofrecían sus trabajos.
Muy bacano ver también la presencia de los libreros del Centro en la Fiesta. Me alegró ver a esta representación:
(foto El Bucanero)
Esta fue una de las librerías de mi infancia, cuando hacía rendir la mesada de estudiante comprando libros.
No me pasé mucho por los stands de las librerías, pues quería pasar más tiempo en los de las editoriales; y sobre todo en el stand del invitado de honor de este año: las editoriales independientes. Ahí pude ver bellezas de ediciones muy distintas a las que estamos acostumbrados. Incluso, me traje un par de estas, de las que hablaré más adelante.
Otra cosa que me gustó fue que había una zona designada para las librerías; tanto de primera como de segunda mano. Uno nunca sabe cuándo encuentra en ellas un tesoro; así que me di a la tarea de buscar para ver qué sorpresas podría encontrar entre los anaqueles. Infortunadamente, no encontré nada para llevarme; pero estoy segura de que sí hubo quien se animara con alguno de estos ejemplares.
Valga decir que quedé muy contenta con esta ida a la Fiesta, y que quedé animada (y empezada) para la FILBO