Voces de Chernobyl

Seguramente hemos oído hablar de esta joya de la TV reciente:

Quien la haya visto, se va a sentir muy atraído por este libro, ya que la serie le aporta todo el elemento visual para las palabras de Alexiévich que conforman este aterrador libro de testimonios. Otro de los libros que, dice Rodri, forman el verdadero terror que suelo consumir. 

La autora comparte las vivencias y las reflexiones de médicos, profesores, filósofos, viudas, ancianos, residentes de la llamada “Zona de exclusión”, soldados, matrimonios. Hasta de los últimos liquidadores enviados a combatir en la primera línea del desastre y de sus familiares. No en vano, la autora dice que este libro “hirvió a fuego muy lento”, y tomó casi veinte años en hacerse: fueron todas las voces posibles. Algunos ya no están vivos. Otros permanecen aquí, a pesar del tiempo y de las dolencias.

Una voz colectiva que se alza desde el más allá, para llamarnos la atención como sociedad, y darnos parte de la catástrofe humana, médica, ecológica y social que fue la explosión del reactor. Pero que, a nosotros en la lejanía tropical, nos llegó amortiguada por mil razones. Por la distancia. Por la guerra fría. Por la desinformación. Por tantas cosas que sólo ahora, casi cuarenta años después, mi generación -la generación de Chernóbil- está empezando a captar la magnitud de la catástrofe, y a caer en cuenta del horror que representa un peligro nunca visto en la vida de la tierra, y desatado por el hombre. 

Un libro del que cada una de sus historias (cada capítulo es la voz de una persona o un matrimonio o grupo humano, o que incluso cuenta historias de los animales en la zona de exclusión) me dejó impactada. Que es un testimonio absoluto de humanidad ante el horror más impensable. Que me dejaba pensando. Que me mantenía atada a él, incluso en los momentos de mayor angustia. Que me recordó, incluso, un artículo que leí hace muchos años en una revista física de NatGeo acerca de los orfanatos en Ucrania donde crecían los huérfanos de Chernóbil, y que dejó a mi mamá al borde de las lágrimas, y a mí regañada por verlo sin autorización (aquí hay información del accidente de parte de NatGeo). Un libro que no se puede dejar de leer, porque esto no se puede olvidar.

Como colofón, cuando mi mejor amigo se dio cuenta de que estaba leyendo a Alexiévich, recibí un par de recomendaciones de su parte, las cuales incluyo a continuación: 

(pantallazo conversación con JD)

This entry was published on June 30, 2025 at 9:00 am. It’s filed under Lectura and tagged , , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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