Este libro es un grito. Es el grito de toda una generación de mujeres coreanas. Mujeres que no pueden más con el machismo. Con la segregación. Con el acoso. Con la denostación. Y con el favorecimiento a otros hombres -hermanos, primos, colegas- que, siendo incluso asombrosamente mediocres, reciben el reconocimiento que ellas no pueden recibir de parte de su sociedad, por el hecho de haber nacido mujeres.
Incluyendo estudios hechos por organizaciones internacionales y publicaciones académicas dentro de los pies de página de su obra, Cho Nam-joo denuncia con valentía la situación de sus congéneres en uno de los países desarrollados con mayor brecha de género. Tanto, que excede la de países africanos y asiáticos considerados más pobres y menos desarrollados que la opulenta sociedad que retrata en su libro
No es azar el hecho de que haya escogido para su protagonista el nombre de Kim Ji-young. Fue el nombre más común para una mujer en los 80 en Corea del Sur, y pienso que, a través de ella, la autora no quería hablar de una mujer en particular, sino de las mujeres en general. Y por eso, en su mutismo Ji-young da voz a las demás mujeres de la historia que vivieron, prácticamente, silenciadas por su sociedad. Ji-young habla, y de su garganta salen las denuncias, las tristezas y las vivencias de las mujeres en un libro que es escalofriante por cuanto es ordinario.
Porque el verdadero terror, como muy sabiamente dice mi novio, a veces no necesita ser espectacular; sino dosis de unas pocas gotas diarias, subsumidas en la rutina, que no se notan hasta que la víctima está envenenada sin remedio. Envenenada de rutina, de desplantes, de acosos, de malicia, hasta el punto de que hasta la mujer más fuerte se cansa, se vuelve gris, pierde la alegría y quiere fundirse con la pared. La situación ha llegado a un punto tal, que ya las surcoreanas más jóvenes contemplan una vida en soledad, en lugar de seguir viviendo así. Buena suerte con esa, porque Dios y ayuda es lo que van a necesitar para convencer a una generación entera de que los sacrificios de sus madres y abuelas valían la pena de alguna manera.
Por eso, este libro también es un grito de advertencia a los hombres como colectivo. De lo que ocurre cuando sistemáticamente se anula a un grupo humano hasta el punto de preferir la nada, y de vivir sordos e insensibles frente a sus necesidades; hasta el punto de que ya es una preocupación nacional
Bonne chance