Otro libro pequeño con una bomba grande adentro. Me quise acercar a ella debido a que en mi vida he tenido experiencias cercanas con la depresión, sin sufrirla yo misma: varias de las personas más cercanas a mí la sufrieron mientras crecía, y la sufren actualmente. Esto me motivó a leer el libro de memorias sobre el que escribo hoy.
La lectura en ocasiones se me hizo dura. No por la prosa, o por la narrativa. Dura, porque leer era asistir a la autodestrucción de una persona. Era verle los patrones. Era verle los resbalones; prever por dónde se le iba a ir la costura en cada ocasión. Era sufrir con los papás, héroes silenciosos y amorosos de la historia. Era ver el apoyo de los amigos. Era ver las ciudades por las que pasó la autora, cual tromba. Era verlo todo, sintiendo a veces que era verlo todo otra vez: la cresta, la caída, los detonadores.
Un libro para leer si uno quiere entender.