Hace poco llegó a mis manos esta edición, preciosamente ilustrada, del libro homónimo al título. A la manera de un manual, el libro va proponiendo ejercicios y meditaciones diarias porque, en palabras de Stephanie Brooks, su autora, “nadie está tan ocupado como para no tener cinco minutos para meditar”.
Por eso, los ejercicios que propone buscan mantener la tesis de Brooks a través de meditaciones cortas pero efectivas. Siguiendo el consejo de Thich Nhat Hanh (“Si una parte de tu cuerpo no se siente bien, debes pasar tiempo sosteniéndola con tu sonrisa y tu atención plena”), la autora también buscó que las meditaciones que propone estén destinadas a la gestión de varios tipos de malestares o incomodidades de la vida moderna, los cuales distribuye en cuatro capítulos. Esto refuerza el valor del libro como compañero de la vida diaria, y le da un gran potencial para ser un compañero y un recurso en la práctica.
Asimismo, hay capítulos introductorios muy valiosos. En ellos, Brooks busca desmitificar la meditación y quitarle ese halo de retiro del mundo con el que la han etiquetado para venderla. Para ella, (como para la mayoría de meditadores, paradójicamente) la meditación hace parte del mundo porque es mirar la vida -sobre todo los episodios de la vida diaria- con ojos de principiante para poder observarla con atención plena. También sienta las bases diciendo qué es y qué no es la meditación; para dejar de seguir alimentando mitologías. Y proporciona una visión equilibrada de qué es la meditación; más allá de lo religioso, de los prejuicios, y de las modas.