Uno de mis descubrimientos este año ha sido la argentina Agustina Bazterrica, también autora de esta novela corta, que se lee a velocidad vertiginosa y que va desvelando, en clave de, los pormenores de un mundo postapocalíptico, donde se han roto todas las estructuras sociales y los humanos van errando por la tierra, buscando literalmente qué comer.
Igual que Atwood, Bazterrica parte de la premisa de Simone de Beauvoir de que sólo se necesita una crisis de cualquier índole para que los derechos de las mujeres se vean cuestionados (porque nunca se entienden como concedidos), y nos enclaustra -nunca mejor usada la palabra- en un universo de terror y control mental, donde ya no hay estructuras sociales distintas al espacio donde está la obra, en el que hasta la comida puede ser fatal, cualquier trasgresión se castiga con dosis exquisitas de tortura, y sólo quienes se someten mental y físicamente al culto pueden garantizar hasta un cierto punto su supervivencia…¿o tal vez no?
Una novela con toques de body horror y terror mental desde el principio. Muy gráfica, muy dura. Donde las violencias de todos los tipos se desvelan hasta el mismo final de la historia. Es Bazterrica en todo su esplendor.