Debo aclarar (¿en mi defensa?) que nunca he dejado de leer. Si hay algo que me ha caracterizado, es que ando siempre con un libro bajo el brazo o entre el bolso, dependiendo del lugar. Sin embargo, con el paso del colegio a la Universidad, mi hábito favorito se había resentido. Un poco por las típicas limitaciones de horario de los estudios universitarios; pero otro poco por determinación propia: quería ser un poco más sociable y, ante todo, no rehuir o ignorar la posibilidad de un debate, de un aporte significativo en la vida universitaria o de una amistad por plantarme detrás de éstos como en el colegio.
Durante ese tiempo, además, habia decidido enfocar mi habito hacia cuestiones un poco mas ocupacionales que los libros que acostumbraba leer. Pronto descubrí que tal idea (o ideal) era completamente estrafalario para alguien como yo, para quien los libros representan no sólo un refugio (razón por la cual sali de el durante la U), sino una forma de relajarse mentalmente de los afanes diarios del mundo. Considero que pensar en una frecuencia diferente a aquella en la que normalmente estamos, puede representar mas relajación que seguir dando vueltas, consciente o inconscientemente, al mismo tema. Sin contar lo conmovedora e inspiradora que puede llegar a ser un libro.
Así pues, retomo mi proyecto de lectura. Despues de los múltiples vericuetos de mi carrera universitaria y tras un breve cambio de gustos, vuelvo a lo que siempre ha sido mío, y nadie nunca me ha arrebatado. Este es mi proyecto.