Tengo que admitir que, después de terminar de leer los libros de Canción de Hielo y Fuego, y tras saber que no tendré que esperar mucho a que salga al mercado el siguiente tramo de las aventuras de Westeros, quedé un poco vacía… como quien espera mucho y muy ardientemente algo que, finalmente, no se da, y debe ajustar su vida diaria a ello…
Faltaba la emoción, la imaginación, la maquinación… faltaba algo, en suma, que hacía que los libros que comenzaba en este tiempo no estuvieran mucho tiempo en mi mesa de noche; y que los dejara por considerarlos sosos apenas unos días después. Algo, repito, que hacía que mi espíritu vibrara con ellos y se elevara por el gozo de leer. Algo que no encontré.
Sentía que no avanzaba en las páginas; porque los libros en sí no avanzaban mucho en sus tramas: que los escritores simplemente se (auto)complacían en andar a paso de tortuga por historias perfectamente circulares que, tarde o temprano (generalmente temprano) terminaban en la papelera de la tableta de cuenta de mi desesperación.
Quién sabe: puede ser que, simplemente, no sea el tiempo para ellos aún, como ya me ha pasado… puede que, simplemente, mi cerebro estuviera digiriendo muchos de los detalles de Canción de Hielo y Fuego y, simplemente, necesitara de espacio para procesar con un poco más de comodidad.
Abro un compás de espera… ya llegará aquél que me apasione de nuevo. Ya llegará.
Through the looking glass 