Hace un tiempo, fui con mi hermano a llevar un regalo a mi prima al hospital. El regalo, por supuesto, fue un libro. De magia.
Hay algo en la magia, o en el concepto de magia, que apela a uno de nuestros instintos más primitivos…al instinto de creer en lo sobrenatural, y de maravillarnos ante lo que vemos y no entendemos; o bien crear con el poder de la mente (tan ilimitado como entendemos debe ser el de la magia) mundos tan sublimes como exquisito es el que nos rodea.
La literatura de magia y fantasía es, también, un disfrute de la tradición oral de los pueblos, o de los derivados de esos imaginarios históricos. Es, en cierto sentido, “volver” a través de la palabra escrita a los tiempos en los que se contaban los mitos fundacionales o las aventuras de los héroes (dos conceptos que están muy enraizados en la literatura de magia y fantasía) a la comunidad. Hoy en día, hay ortos heroes, otras formas de ver la vida; y, por supuesto, otros lenguajes para contarla, que son representados en estas sagas:
- Narnia: es la más inocente de las sagas, con uso directo de la personalización de animales. Sus tramas son sencillas y su desarrollo se da en cada libro, que es una historia diferente unido con el hilo argumental de los personajes principales.
- Harry Potter: es una serie que se va “oscureciendo” conforme crecen cronológicamente sus personajes. Se va volviendo compleja, evoluciona junto con los personajes, y va incluyendo conceptos que son más propios de adultos que de niños (público objetivo tradicional de esta literatura). Recrea un mundo paralelo a la realidad en la que vivimos los seres humanos, que coexiste y se nutre de ésta, haciendo que en cierto modo, quienes leemos estos libros nos sintamos “incluidos” en sus paneos, como parte de la realidad alterna al mundo de los magos.
- El Señor de los Anillos: es de las más complejas por la recreación de los mitos fundacionales de la Tierra Media, y por el “arrastre” de siglos e incluso milenios que tienen algunos de sus episodios históricos y míticos, y que a su vez devienen en historias (el episodio en el que Isildur arranca el Anillo Único a Sauron es el génesis del Señor de los Anillos, por poner un ejemplo). Es bellamente descrito, e intrincado en sus detalles, pues el autor tuvo incluso la posibilidad de crear un lenguaje propio, apreciado por los fanáticos de todo el mundo.
- Canción de Hielo y Fuego: es, sin duda, para adultos. Además de la crudeza de las escenas, esta saga ilustra una despiadada lucha por el poder por parte de personajes extraordinariamente complejos. La trama tiene varios niveles y tiene lugar en varias partes al tiempo; y en cada momento y lugar, las sutilezas y las expresiones equívocas y aptas para cualquier interpretación están a la orden del día.