De cómo el cine inspira a leer

He sido, tradicionalmente, más amiga de ir al cine con la película leída que de leerla a partir de lo vivido en el cine; principalmente por la posibilidad de comprender de mejor manera las imágenes y detalles sutiles que muestra la película en tiempo real y que en el libro son descritas, lo que da mayor tiempo de análisis y de comprensión de sus implicaciones.

Ejemplos de tal preferencia han sido Harry Potter, El Señor de los Anillos y La Materia Oscura.

Sin embargo, he descubierto recientemente que también es agradable hacer el camino inverso, y llegar a libros que no conocía a través de un “amigo común” como el cine o la televisión. Ejemplo de ello ha sido, por supuesto, Canción de Hielo y Fuego (por cuya magnífica adaptación creo que nunca estaré suficientemente agradecida a HBO) y, gracias a la Dama de Hierro, “The Downing Street years”, libro escrito por Margaret Thatcher, que funciona como unas memorias de sus tiempos en el Número 10 de Downing street.

He ido despacio, con mucha calma. Tal lectura lo amerita: cuando se está leyendo las estrategias respecto a la apreciación de la libra esterlina como petro divisa, no se pueden hacer planteamientos ligeros; así que ahí voy, paso a pasito, siguiendo los entaconados pasos de Margaret Thatcher por los vericuetos del poder y entretejiendo sus historias con otras, más sencillas, escogidas por mí.

Mi última excursión a cine me trajo unas lecturas improbables: Los Juegos del Hambre. Debido a mi poco amigable relación con la ciencia ficción, me había resistido de manera formidable a acercarme siquiera a la historia de Panem. Pero, tras haber ido a cine a ver la adaptación de la historia a este formato con unos amigos, no me pude resistir dar una pequeña hojeada al primero de los libros, tras lo cual quedé prendada y, en un suspiro, leí los tres.

Hay que hacer la salvedad de que su narrativa es amigable y muy sencilla. Quien busque aquí la complejidad de George RR Martin (e incluso de los últimos tres libros de JK Rowling, si hablamos exclusivamente del género de fantasía) no los encontrará. Esta es una narración lineal, sencilla y que no da lugar a subtramas. Sin embargo, el uso que hacen de la distopia y el análisis de la sociedad del futuro, de la forma en que se vuelve espectáculo incluso la lucha por la supervivencia, y en que se vive para y por el espectáculo hace un retrato a veces algo duro, pero nunca injusto, de las motivaciones de los tiempos actuales.

El recuento de la revolución, de la forma en que el Presidente Snow maneja el poder y en que el aparato estatal se deriva del espectáculo le da, en suma, un cariz mucho menos ingenuo a los libros de lo que creí al principio. Fue, en suma, una agradable sorpresa haber podido leerlos.

This entry was published on May 16, 2012 at 4:48 pm. It’s filed under Lectura and tagged , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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