Hotel Riad Bachawya; Marrakesh, Marruecos.
Escuchar ese saludo en la Plaza Jmaa el Fnaa de Marrakesh de parte de un vendedor de tabaco no tuvo precio. Fue un extraño momento de paz, a pesar de lo caótico del lugar.Fue sentir la emoción del saludo y del reconocimiento tan lejos de lo usual, lo que hizo que se me pusiera la piel de gallina a pesar de la temperatura infernal, como de horno, que caracteriza a esta ciudad a caballo entre las montañas Atlas y el Sahara, al cual se abre como cruce estratégico de rutas caravaneras.
Marrakesh me causó una impresión muy fuerte al mezclarme con la gente al atardecer en Jmaa el Fnaa, la plaza que por su riqueza y su intercambio cultural fue declarada Patrimonio Oral de la Humanidad en 2001. Encantadores de serpientes, tatuadoras en henna, aguadores, bailarines, acróbatas, adivinas, saltimbanquis y los infaltables comercios de comida hacen de este lugar un sitio único para conocer, el cual se hace más imponente cuando, al atardecer, el muecín llama a la oración desde la torre de la cercana Mezquita de la Koutoubia, construida por los almorávides en el siglo XII y cuya construcción debe -por ley- ser la más alta de la ciudad.
De alguna manera, hay orden en este caos; y es posible intuirlo, a diferencia a otras
ciudadesmarroquíes. Es perfectamente fácil orientarse en su medina con la ayuda de un mapa y no se necesita guía. Nosotros contamos además con la ventaja de la excelente localización del Riad, en línea recta de la Medina y de monumentos como las Tumbas Saadíes, las cuales iremos a visitar mañana junto con los demás monumentos de esta ciudad imperial.
Para poder comprender bien esta ciudad, roja como la gres de los terrenos que la rodean,
recomiendo tomar el mencionado bus. Da una panorámica de la ciudad, es agradable, de buen precio y no toma mucho tiempo.
La llegada puede ser por avión, al Aeropuerto Internacional de Menara; o en tren, como fue nuestro caso, desde cualquier ciudad del país. No se engañen: Marrakesh puede ser igual de caótica al resto de las ciudades marroquíes que he descrito. Simplemente, de alguna manera, esta me pareció más amable.
En nuestro Riad lo primero que hicieron fue darnos los teléfonos del administrador y del Riad en caso de que nos perdiéramos, junto con un plano de la Medina que agradecimos en el alma.
Con estos tesoros partimos, a conocer qué tenía Marrakesh para ofrecernos. Aprovechamos la tarde ara dar una caminata general, usar el bus y conocer la mítica plaza.
Gracias a los buenos oficios de Pipe, opté por usar una pañoleta como aprendimos en Fès. Fue una buena idea, ya que el calor apretó hasta los 43 increíbles grados a lo largo del día, recordándonos la vecindad del desierto que se abre justo al sur.
Fue en esta increíble ciudad en la que, a la hora del atardecer, me hice leer la palma de la mano por parte de una gitana vieja como el tiempo, vimos a los encantadores de serpientes guiar a sus animalitos en su baile y me tatué de henna la mano derecha. Esto es también parte del paseo!
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