Meditaciones en el Cuzco

Este es el último día de viaje. He descansado lo que nunca; gracias en parte, estoy segura, al hecho de no tener señal de celular y, por lo tanto, no estar al alcance de nadie.

Lástima también, es nuestro último día en este lugar maravilloso. Decididas a aprovechar hasta lo último, salimos de nuevo rumbo al Cuzco; pero esta vez decidimos hacer el recorrido al revés, y salir por donde antes habíamos entrado con el fin de irnos acercando al hotel conforme avanzáramos.

La decisión nos llevó por el recorrido perfecto del Desierto Rojo, la serie de fotos más hermosa y un tiempo extra para explorar los laberintos a nuestro aire, con calma, buena temperatura y, lo mejor: pocas personas; ya que los grupos que vimos en los últimos días parecían haberse desvanecido el sábado a las 8.30 a.m.

El silencio nos permitió escuchar el sonido de los pájaros, sentir con más intensidad el viento que soplaba por el desierto y ver las mariposas entre los arbustos. Fue la mejor experiencia que pudimos tener en la Tatacoa.

Incluso, meditamos en un recodo del camino algo alejado de la ruta principal por breves diez  minutos, rodeadas de ese silencio y esa tranquilidad mágicos, que resultaron ser propios del lugar, y que nos llevamos a jirones los seres humanos.

Ya al regreso, subimos una colina cerca al hotel, para apreciar por última vez el paisaje circundante y disfrutar todo lo posible a la Tatacoa, antes de subir al bus y salir, a toda velocidad, hacia Medellín.

This entry was published on April 15, 2017 at 1:05 pm. It’s filed under Diario de Viaje, Viaje and tagged , , , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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