Como lo señala el título de la entrada (que traduzco como “Carísimo, Sobrevendido, Sobrepoblado…¿sobrevalorado?”), Magic Kingdom fue nuestra parada de este día. Para un adulto que ya haya ido al parque, tristemente, éste puede definirse por las cuatro O. Sobre todo, por la tercera. El día que fuimos a Magic Kingdom había más de 40.000 personas en el parque.
Un día normal, según Julio; quien nos acompañaría hoy y mañana. Él es hijo de una amiga de Jose, y trabaja en Disney. Según él, el parque “está lleno” cuando hay al menos 70.00 almas en él. Vaya noticia, pensamos…
Las filas, en consecuencia, serían de un tamaño más que respetable; en un agudo contraste con las de los parques de Universal, de las que veníamos. Malacostumbrados como estábamos, quedamos perplejos y, físicamente, sin saber para dónde coger al ver la magnitud de filas que había. Si a eso sumamos que, por alguna extraña razón hubo algún problema con el sistema de Disney ese día y algunas de las atracciones como la Splash Mountain estuvieron cerradas un tiempo, podemos pensar que nos levantamos con el pie izquierdo ese día. Lo más improbable estaba pasando…
No importa, nos dijimos. La cosa es cuestión de actitud ante todo. Finalmente, ¡estamos en Magic Kingdom! Así que, después de disfrutar de un desfile por la mañana y debatir por un rato, decidimos dar una vuelta por el parque; buscando cuáles atracciones tenían una fila aceptable para montar en ellas, disfrutar de la arquitectura de Magic Kingdom, que es preciosa y, en el caso de Cami y Jose, aprovechar para hacerse un precioso retrato de la silueta en papel.
Quiero comenzar el periplo, por decir que ¡es una bendición la app de Disney! No sólo informa de las atracciones que hay en cada parque; sino que indica además en tiempo real si están abiertas y cuánto tiempo hay que hacer fila en cada una de ellas. Tras saber que habían reabierto Splash Mountain, mis amigos corrieron allá para montar en la atracción, mientras yo buscaba un punto desde el cual tomar una foto como la que finalmente conseguí:
De ahí, seguimos a la cacería de filas. Creo que hubo un momento en que nos sentimos agobiados por la cantidad de gente, la cantidad de filas…y por ver que muchas de las atracciones eran muy para niños. Decidimos entrar al espectáculo de comedia de Monsters, Inc; y de ahí intentaríamos hacer fila en la Mina de los Siete Enanitos; cuya espera era de algo así como 80 minutos.
Cuando salimos de Monsters Inc, encontramos que se preparaba un desfile en la Tierra de la Frontera. Nos quedamos a verlo; y al salir, Cami nos pidió parar a una pestañeadita. Entramos al show de los Osos, solamente para que nuestro amigo repusiera fuerzas y, de ahí, salimos a tomar café mientras nuestro amigo se daba otra pestañeadita (por no decir que parecía una estrella de mar) en un parque de picnic cercano. Lo despertamos con su ya acostumbrado cold brew de celador, y salimos con rumbo a la Montaña Espacial.
Una hora y media de fila después (pues no teníamos fastpass, otra bendición que recomiendo tomar pues ayuda infinitamente a la logística) nos subimos a los carritos de la montaña rusa. Confieso que, frente a esta atracción, tenía mis reservas. Sabía que tenía algunos bamboleos y recordaba que, en su momento, mi papá (otro veterano de la columna) había manifestado que había sentido la brusquedad de la atracción en su espalda al montar. Por eso me alegré sobremanera cuando vi que habían mejorado los seguros de los carros de la atracción. Los habían puesto como los de Universal. Miedo por la columna no more!
Tras disfrutar de la atracción, salimos con rumbo a la de La Sirenita; un paseo suave por la historia de Ariel para el que teníamos FastPass. Salimos, y de ahí nos fuimos al Crucero de la Jungla, donde también entramos rápido. Una atracción clásica de Disney, suave y divertida, que simula un crucero por las junglas del mundo: el Amazonas, la jungla de África y la del Sureste Asiático. La guía fue francamente muy graciosa, y nos reímos mucho con algunos de sus apuntes, como uno sobre Taylor Swift al pasar por unas esculturas de serpientes en Indochina.
Al salir del Crucero, vimos que había una fila decente en la Montaña de la Mina (Big Thunder Mountain); de la cual nada sabíamos y nada esperábamos. Así que fuimos a ver de qué se trataba; ya que definitivamente habíamos decidido no meternos a la montaña de los Siete Enanitos, que había registrado unas filas enormes durante todo el día.
Que maravilla de atracción. Completamente inesperada para todos; semioculta entre otras más famosas de Disney y, definitivamente, de las mejores por lo emocionante. Vale la pena la fila que haya para subir. Con decir que, en ese gentío que había, y la repetimos…!
Mientras tanto, nuestros estómagos notaron que era la hora de comer. Compramos unos perros calientes francamente enormes, y los partimos entre todos. Justo a tiempo para sumarnos a quienes esperaban ver el espectáculo final; toda una tradición en Magic Kingdom.
El espectáculo en sí quita el hipo de lo hermoso e impresionante. Las proyecciones que hacen sobre el castillo, y la calidad de los juegos pirotécnicos perfectamente coordinados se unen con las melodías de Disney; y hace que nadie, físicamente, sea capaz de quitar los ojos del Castillo…o de cerrar la boca; pues el asombro toma posesión de niños y adultos por igual. Como sólo Disney sabe hacerlo.
Se terminó el espectáculo; se terminó Magic Kingdom, pero…¿será que alcanzamos a otra subida en la Montaña de la Mina? ¡Pues claro que sí! Subimos, ya de últimos, a disfrutar de nuevo esta atracción, mientras decíamos mentalmente adios a nuestro día en Magic Kingdom; porque después del gusto, que venga el susto.