He leído poco de Matilde Asensi; pero este libro (dentro de lo poco que he leído) ha sido uno de esos grandes placeres.
La autora enfrasca en una narrativa muy vibrante y descriptiva (sin caer por ello en el exotismo o hacer el libro lento) las aventuras de Elvira, una pintora española; quien va a Shanghai a repatriar el cadáver de su marido, y termina envuelta en una intriga tras otra; y viajando a Xian para descubrir uno de los más grandes misterios de China: la tumba de su primer Emperador.
Valga decir que la autora se tomó aquí una gran licencia artística; ya que dicho monumento no se ha podido encontrar hasta el día de hoy. Sigue, por lo tanto, siendo uno de los mayores misterios arqueológicos del mundo; precisamente por las descripciones tan bien hechas por Asensi en su libro.
Los relatos de la época mencionan tesoros incalculables sepultados con el Emperador; amén de sus esposas y caballos. También describen paisajes enteros recreados con metales precioso o, simplemente, movidos de lugar para acompañar al primer amo de China a su descanso eterno.
Sería un festín para todos aquellos inclinados al saqueo; pero que aprovechó Asensi para dar un final grandioso a su libro. En éste la tumba continúa siendo un misterio; ya que ni Elvira ni ninguno de quienes la acompañaron rompe su silencio. Queda entonces servido el misterio: ¿sí sucedió, o tal vez no?