Esta es una de las prácticas oficineras que más me gustan: es productiva, ágil, favorece la colaboración y elimina las reuniones innecesarias. Me estoy refiriendo al arte ancestral de enviar y recibir cuestionarios en la oficina.
Y no lo digo porque sienta recelos del teléfono y prefiera el texto, como nos suele pasar a los Millennial. Lo digo porque esta práctica también favorece la concentración y el trabajo individual; lo que redunda en un ambiente productivo de trabajo. No hay nada peor en una oficina que la reunionitis crónica: siempre reunidos; pero nunca haciendo realidad lo que dijeron que iban a hacer en las reuniones porque…no hay tiempo por estar reunidos. Mucho ruido y pocas nueces.
Responder cuestionarios no sólo evita esta práctica; concreta las tareas y permite reunir información de manera mucho más eficiente. Como generalmente me los hacen llegar en el cuerpo del correo electrónico, suelo anunciar mis respuestas en negrilla roja (In bold red, como dirían los anglosajones. De ahí el título de esta entrada), con lo que de una vez estamos dando respuesta y permitiendo una gestión de inquietudes mucho más ágil y directa entre dos contrapartes o miembros de un equipo de trabajo.
Ahora, esta herramienta es ideal para gestionar cuando hay un proyecto que ya va está marchando y necesitamos resolver tareas o inquietudes puntuales. O cuando tenemos requerimientos de documentos o respuestas muy específicos o precisos.
No sirve, hasta donde lo he intentado, para comenzar proyectos o para asignar responsabilidades. Es en esos momentos en los que la virtualidad todavía no genera el sentimiento de responsabilidad que genera la presencia de todos los involucrados en el desarrollo de un proyecto y la sensación de estar en la misma página.
totalmente de acuerdo, buen punto