Octubre 17
Nueva York
Hoy comenzamos donde habíamos dejado el recorrido ayer: en el barrio de Chelsea. Comenzamos visitando el icónico edificio Flatiron; a mi parecer, uno de los más hermosos y originales de la ciudad. Está situado cruzando desde un pequeño parque (Hamilton Park) donde, para nuestra delicia, había un sitio de juego para perros. Nos quedamos un rato viéndolos jugar y ser adorables; y seguimos un corto camino hacia el Empire State.
Aunque es posible entrar al edificio más icónico de Nueva York, no me llamaba mucho la atención. Precisamente por lo icónico. ¿Cómo vas a tomarte una foto en un mirador donde no salga el Empire State? ¿De verdad fuiste a NY por primera vez?
Como ya les había contado, mi papá quería ir al mirador cercano al World Trade Center; pero yo tenía otra cosa en mente. ¿Cómo diablos íbamos a ir a un mirador que tiene una bonita vista general de la ciudad, pero no íbamos a ir al más icónico de todos, el Top of the Rock? Este mirador no sólo tiene buena vista; está mejor localizado, pues tiene todos los edificios icónicos cerca; los puedes ver y los puedes fotografiar mejor que yendo al otro mirador. No digo que uno sea mejor que el otro; simplemente, son para otro tipo de público.
Caminamos veinte minutos desde nuestra localización, y llegamos al más que famoso Rockefeller Center. Para nuestra delicia, no sólo estaba abierto el mirador (con un día perfecto para subir), sino que además estaba en servicio la pista de patinaje sobre hielo. A Pipe y a mí nos brillaron los ojos; pero el papá no estaba convencido. Terminamos subiendo nosotros dos a patinar mientras él se quedaba arriba.
Hacía mucho rato que no patinaba. Desde antes de la última cirugía no lo hacía; “pero que vainas” me dije “estoy en NY, estoy con mi familia; y he seguido un régimen de ejercicios muy constante estos dos años. Además, ya lo he hecho. En Colombia, sobre hielo artificial; pero lo he hecho. Puedo hacerlo con cuidado”. Me puse los patines más pequeños que había, me los ajusté, y salí con Pipe a la pista:
Para no aburrir mucho al papá, patinamos poco menos de una hora; y luego fuimos a comprar nuestras boletas para el Top of the Rock. Debíamos esperar un rato más; así que descubrimos un Starbucks en el sótano donde compramos más café, e hicimos algo de tiempo; amén de un par de chistes sobre estar en un Starbucks en las entrañas del Imperio.
Pero como el tiempo se hacía largo, salimos a ver qué había cerca, y nos encontramos con la Catedral de San Patricio. Podíamos recorrerla, nos dijeron, si no interferíamos con la misa que había y manteníamos el ambiente de recogimiento y respeto del templo. Eso hicimos; e incluso alcanzamos a prender un par de velas votivas, cuando nos dimos cuenta de que debíamos regresar al Rockefeller Center, so pena de llegar tarde.
Hicimos la fila y presentamos nuestras boletas en punto para subir al mirador. Mientras nos autorizaban a pasar vimos una proyección sobre la historia del sitio, y sobre cómo había sido una oportunidad de empleo para muchos neoyorquinos en plena Gran Depresión. Supimos también que los murales existentes fueron obra de varios artistas reconocidos, contratados para tal fin; si bien hubo casos que no estuvieron exentos de polémica.
La vista, como había anticipado, fue hermosa; y pudimos reconocer varios de los más icónicos edificios de la ciudad. ¿Qué mejor que poder ver el Empire State en la primera visita a NY?
Cerca al Rockefeller Center, se encuentra el MoMA. Aunque no es una de las primeras opciones del papá, ¿cómo venir a NY y no verlo? Imposible. Caminamos los 15 minutos de rigor, y llegamos a ver algunas de las joyas de arte de finales del siglo XIX y principios del siglo XX más famosas; como Las Señoritas de Aviñon, por Pablo Picasso; La Noche Estrellada de Van Gogh; o la Maternidad de Klimt. ¿Cómo pasar por alto semejantes joyas?
Imposible. Así como imposible era también quedarnos sin comer…pero hombre, por esa zona de la ciudad la comida estaba carita. Caminamos y caminamos mientras se desataba una llovizna; hasta que apareció el salvador Chipotle para comer una ensalada mientras nos escampábamos.
Para finalizar el día, nos fuimos (en metro) a conocer el Oculus, la estación hecha por Calatrava en el sitio donde quedaba la estación original del metro del World Trade Center. Muy impresionante su construcción; esa aura como de templo que tiene la estación; incluso si tiene un centro comercial en ella, como es el caso. La recorrimos; y después nos fuimos en el mismo medio de transporte hacia el apartamento.
Viajes en metro por persona: 4
Me parece verlos en el parque evocando a Gueli :):)