Este libro de Kenizé Mourad (que recibí en La Caja) es uno de mis grandes favoritos. Es conmovedor, profundamente humano; y transmite
Comienza en los días de agonía del Imperio Otomano, en plena Guerra Mundial. Los aristócratas no lo saben, pero su delicado mundo está a punto de terminarse; gracias a una serie de malas decisiones (civiles y militares), cuyo colofón es el golpe de gracia que propina Attatürk al declarar la República en 1.924. La familia real otomana deberá, entonces, adaptarse al turbulento Siglo XX, que no ha hecho sino empezar.
En ese torbellino deberá crecer Selma, la protagonista, hija de una de las depuestas sultanas. Varias veces frágil (por ser mujer, por estar exiliada y por haber sido depuesta su familia, entre otras), su devenir no es otro que el conseguir la maestría de sí misma; que alcanza justo en el momento en que deja la vida.
El libro contiene varias reflexiones preciosas. Eterna huésped por su condición de exiliada y por casarse con un extranjero, Selma se pregunta cuál es su lugar y su hogar en el mundo. Nacida mujer en un mundo con clara preferencia por la descendencia masculina, se pregunta cuál es su valor. Casada sin amor y viviendo sin amigos, muy lejos de casa, reflexionará sobre si nuestro hogar no son, en realidad, las personas y no los lugares.
Como pueden ver, el libro era también un firme candidato al Reto de la Semana 2; pero quedó finalmente en este porque le habla a mi corazón.
Adoro ese libro!