(Viene de la Parte I)
Ahora, vamos a otros temas.
Debo confesar que había sentido algo de recelo acerca de este libro.
Para comenzar (y esto es recurrente) suelo recelar cuando el nombre del autor es más importante que el nombre del libro; y cuando las editoriales y librerías le hacen tanta fuerza a un volumen. Como que siento que es un esfuerzo masivo de ventas, que le están haciendo mucha fuerza, o que todo es una gran publicidad, y dudo acerca del libro en sí…
Ahora, el autor. Pensaba que Caballero, siendo un hombre brillante, pertenecía irremediablemente al mismo círculo (aquí su biografía) acerca del que estaba escribiendo. Y remato: fue una solicitud del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional -cuyos nombres aparecen en la portada- que luego fue publicado por Planeta.
Y, de encima, cuando he leído trabajos acerca de historia de Colombia, han provenido de académicos como Indalecio Liévano y David Bushnell (Colombia, una nación a pesar de sí misma; que encuentran aquí); mientras Caballero es claro en afirmar que su libro “es de opinión”.
Así que teníamos en la ecuación a un autor proveniente de dicho círculo, al Gobierno Nacional detrás y a un libro puesto casi ubicuamente en el país. “¿Pero qué puede salir mal? ¡Google, voy a tener suerte!” pensé, con cierto sarcasmo mientras me metían el bendito libro hasta por los ojos.
Una tarde, mi hermanito -que, gracias a Dios es menos prevenido- me lo trajo y lo comencé a leer. Y, tras leer este libro, puedo decir que nada salió mal y tuve que tragarme mis palabras con ajo y limón, que es como saben menos maluco. Porque, además de la edición agradable y lujosa, el contenido es exquisito.
Comencemos porque es una historia que, si bien no es tan comprensiva como la de Bushnell (quien abarca desde los asentamientos en Tierradentro hasta el gobierno de Álvaro Uribe); sí lo hace desde que comenzaron a existir registros escritos acerca del Nuevo Mundo y el proceso de Reconquista de España, Descubrimiento, Conquista y Colonia, hasta el Plebiscito por la Paz.
Esto no es en absoluto despreciable, y creo que esta cantidad de información abrumaría hasta al escritor más avezado. Caballero la revisa, la desmenuza y la presenta al lector de manera que, más que comprender los acontecimientos, entiende las danzas de poder entre los individuos que los desencadenaron: todo un retrato de la evolución de las oligarquías en el país; que pueden haber cambiado los memoriales a España por los tweets, pero cuya esencia puede ser tristemente similar.
La estructuración de los capítulos, por supuesto, son otra cosa digna de reseñar. Están segmentados según los distintos periodos de la historia nacional en los que estamos generalmente de acuerdo los colombianos (Conquista, Colombia, Independencia, Regeneración, ya saben cómo va la cosa); y, al final de cada uno, dedica unas páginas -como si fuera un acercamiento- a un personaje o acontecimiento especial de dicho periodo. Algunos son Gaitán, Tomás Cipriano de Mosquera, la dupla Santos/Gómez; y este doloroso ejemplo, que marcó mi infancia y las vidas completas de muchos en Colombia:

Un libro, pues, que da una visión muy especial y completa de Colombia; más que como un país, como un teatro de operaciones, y un escenario en el que se dan las más descarnadas luchas por el poder a lo largo de su volátil y sangrienta historia.
¿Y el pueblo? Se preguntarán todos ustedes.
Bien, gracias; les responderé yo.
**Todas las fotos de estas dos entradas fueron tomadas de mi ejemplar del libro; y se publican única y exclusivamente como apoyo al texto y con propósitos culturales. No obtengo ningún rédito financiero de este blog. Créditos al autor, el señor Caballero.
Me lo tienes que prestar