Cuando uno es juicioso y hace un viaje transoceánico, los días pueden llegar a durar 36 horas. Por Siendo juicioso quiero decir, siendo organizado con los tiempos: durmiendo en el avión para llegar despierto a destino, teniendo un itinerario claro de qué es lo que hay que hacer en destino, y evitando el jet lag lo que más se pueda. Y, por lo de Viaje transoceánico, me refiero a que en uno de estos viajes es que uno más puede llegar a extender el tiempo, como muy bien lo explicó Phileas Fogg en La Vuelta al Mundo en 80 días: al viajar contra el sol (es decir, hacia Oriente) añadimos un extra de tiempo al calendario a nuestro favor (y al de Phileas) ya que, como lo explica (en mejores términos) MuyHistoria:
“La clave estaba en que Phileas había adelantado un día con respecto al punto de partida, ya que siempre viajó hacia el Este. A medida que completaba un grado de la circunferencia terrestre en esa dirección, adelantaba cuatro minutos. Y como el giro completo son 360 grados, esta cifra multiplicada por 4 nos da 1.440 minutos. O lo que es lo mismo, 24 horas.”
Muy Historia, ¿Por qué Phileas Fogg creyó que había perdido la apuesta tras dar la vuelta al mundo?
El caso es que, aunque no seamos Fogg, podemos usar ese detalle a nuestro favor…si no sufrimos del temido jet lag. Y, como yo soy bendecida y afortunada por no sufrirlo, pude dormir unas horas en el avión y llegar a Barajas con suficiente energía como para seguir con el día.
Sin embargo, la llegada en sí no fue sencilla del todo. Debí hacerme una prueba adicional de antígenos (privilegio de quienes venimos de Colombia) y además presentar mis documentos de vacunación y PCR al día. Un total de 1.5 horas adicionales a la espera en Inmigración; pero, a partir de ahí, todo fue suave: pude llamar con facilidad al hotel por Skype para la recogida gracias a la red del aeropuerto; me recogieron en cinco minutos, pude dejar mis maletas y…por fin, pensar qué diablos hacía, ya que en todo este tiempo no había podido pensar seriamente en qué hacer con este tiempo que tendría en Madrid. Poco más de 48 horas para mí en la capital de España.
Así que, mientras mis dispositivos -que habían casi muerto durante el vuelo- recibían una merecida carga, me conecté al wifi del hotel y pensé…¿qué será lo que alcanzo a ver en este día que empezó de 24 horas y ya va de 36?
…y pues, alcancé a bastante; pues tomé este Free tour de GuruWalk para conocer más acerca del Madrid de los Austrias; los soberanos descendientes de Fernando e Isabel de Castilla que, durante 5 reinados (Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II), tuvieron el poder en una España en la cima de su podría económico y político.
La idea del tour es “andar en sus pasos” conociendo la parte de la ciudad que corresponde con sus reinados; es decir, una de las más antiguas de la ciudad, donde es posible aún encontrar restaurantes en los bajos de la Plaza Mayor con arquitectura medieval -románica y mudéjar- muy bien mantenida. Sólo por citar un ejemplo.
Así, anduvimos por los sitios principales de este Madrid -Calle de Postas, Edificio de Correos, Mercado de San Miguel, el Madroño, Plaza Mayor (donde explicaron los edificios en los cuatro costados y la importancia de cada uno de ellos), Plaza de la Villa, Palacio Real y Catedral; que fue donde terminó el recorrido- mientras íbamos descubriendo comercios realmente antiguos, como la Posada del Peine o el Restaurante Botín, ya reconocidos por los ciudadanos.
Aprendí, por ejemplo, que el método de ejecución dependía de la categoría social del condenado; que el oso y el madroño son posteriores a la creación del símbolo de la ciudad -pero siempre estuvieron ahí- que Lope de vega era un mal vecino y que fue un rey el mejor alcalde de Madrid.
Por aquí les dejo algunas fotos del día:






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