Después de la calentura que fue “Weapons of math destruction”, quería algo de tranquilidad. Francamente, quería descansar. Pensé entonces en recuperarme con este clásico para chicos y grandes que, además me debía algo. A mí y al resto de la Humanidad, para ser honestos…
Con todo el respeto para aquellos a los que les haya gustado la película, que seguro son muchos más que yo y, por supuesto tienen todo el derecho a tener y expresar su gusto como yo el mío, sentí haber salido del cine engañada por primera vez en mi vida tras haber visto la adaptación de este libro. Y no estuve sola: todo mi grupo de amigos me acompañó en el sentimiento. No se alzó una sola voz de defensa.

(portada clásica, créditos a la editorial)

(fotograma de la película, créditos a Disney).
Así que pensé que seguro debería haber habido un error con respecto al libro original. A fin de cuentas, este es uno de los libros para niños y adolescentes más respetados de Estados Unidos. Un clásico en toda la regla. Por eso, me puse a leer.

Y no me decepcioné. Damas y caballeros, me encontré ante una (otra) clásica que ha hecho Hollywood, mejor conocida por todos como “el libro es mejor que la película”. Que vaina. ¿Cómo es que consiguen convertir un clásico, un libro que se puede leer en un día, con personajes entrañables, aventuras a otros mundos, explicaciones de conceptos científicos,…en ese bodrio de película?
Porque, como lo dije: una arruga en el tiempo es tal cual lo describí en el párrafo anterior. Es amigable con el lector, su narrativa es emocionante, está bien estructurada en sus tiempos y al mismo tiempo hace que uno no quiera -ni pueda– despegarse de ella. Por este motivo, recomiendo que sea una lectura de fin de semana o de un puente festivo: para poderla leer -y terminar- con calma, como amerita el viaje en el tiempo-espacio.
El libro también puede presentar con claridad conceptos complejos como la cuarta dimensión y el acto de moverse a través del tiempo y el espacio (lo que llaman tesseract), de manera clara y concisa. Precisamente, de ahí es que toma el nombre.

También, explica de forma consistente conceptos como el bien y el mal (encarnado en la Oscuridad), y hace hincapié en el personaje de Charles Wallace, su increíble capacidad de entender, y cómo él es símbolo del paso a la edad adulta, y lo que significa dejar a un lado esa inocencia de la niñez. En menor medida, una pequeña caída asimilable a la de Adán.
También, a la valentía de Meg (y de todas las hermanas), muy en la onda de Murph Cooper, la de Interstellar, a la que le sentí más de un guiño mientras iba leyendo.
En fin, es una obra bonita. No dejen que una mala, mala película les dañe lo que piensan de ella. Yo les recomiendo leer. Siempre será mejor el libro que la película.