Metrópolis

Que gran libro el que terminé de leer. En pocas palabras, este libro es el súmmum de toda la epopeya humana hasta nuestros días, condensada en 524 páginas, y resumida a través de la gesta de su mejor máquina de supervivencia y evolución: las ciudades. 

Sólo ellas sacan lo mejor y lo peor de nosotros. Los esfuerzos de Hausmann por rectificar y domar a una furiosa ciudad medieval. Las políticas de los nazis para aniquilar ciudades a través del genocidio y la heroica resistencia de los soviéticos en dos ejemplos (a falta de uno). La imponente Nueva York de los años veinte. La Bagdad cosmopolita de los Omeyas. Y la dinámica Londres de los cafés; en la que científicos y marineros se sentaban juntos a discutir. Entre muchos, muchos otros ejemplos. 

El libro recorre la historia de la Humanidad. Emerge, con Uruk, desde la noche de los tiempos; y nos deja con las vibras caóticas y esperanzadoras de Lagos, la megalópolis del futuro. En el medio, repasa toda la historia de la Humanidad. 

A través de su comercio, Wilson plasma las rutas internacionales. Cuenta las historias de ciudades cosmopolitas, como la Lisboa del Siglo XV, abierta al mundo a pesar de estar en uno de los extremos de Europa. O de la lejana Amsterdam, que recogió la bandera de Brujas y Amberes (link antwerp) y se conectaba con la ciudad comercial perdida de Palembang, en Malaca. Uno de los antiguos hubs comerciales, cuyo rol en el comercio internacional ha sido recuperado, en gran medida, por nuestra Singapur moderna. 

Por supuesto, el autor trató también la relación de conquista: desde la fundación de Lübeck, creada como avanzada hacia los pueblos bárbaros y luego plaza fuerte hanseática, hasta la reacción de los españoles, sorprendidos al llegar a la magnífica Tenochtitlán (para luego arrasarla). O la descripción de Manchester y Chicago como puertas al infierno industrial, en una época sin Dios ni ley. O las favelas de Rio. La metabólica Tokio, que ha resurgido de sus cenizas más veces de las que puede contar (y es el ejemplo de vida del libro). O la metrópolis acéfala de Los Ángeles, con su multiplicidad de suburbios, que surge no sólo como ejemplo de una urbe que se prolonga y se prolonga, sino como ejemplo de lo que puede ser una ciudad futura, con múltiples centros. 

El libro termina con una nota de esperanza. Esa nota la dan Lagos y Medellín. Lagos, como una ciudad llena de futuro, representada en sus ritmos; en sus jóvenes; en la resiliencia de su gente y en la energía con la que buscan un mejor futuro. Medellín, como muestra de que una ciudad puede buscar cambiar de manera proactiva su camino a través de la inclusión de sus ciudadanos, de políticas públicas bien pensada, de la construcción de redes y transporte público estratégico, y de la generación de confianza entre las diferentes partes que componen la ciudad.  

Un gran libro. De esos que uno termina, sintiendo que vivió mil años al leerlo, y que permiten comprender al menos una parte de este tejido que es la Historia de la Humanidad. Que, si bien comienza de forma un poco lenta, va cogiendo mucha fuerza conforme avanza la lectura, y se comienzan a ver las redes de cooperación que ha entretejido la Humanidad desde el comienzo de la Historia. Redes que van en todas las direcciones, y que han significado el movimiento de bienes, de dinero, de personas, de conocimientos y de creencias. Porque somos animales sociales. Somos animales políticos. En suma, somos animales de ciudad.

This entry was published on July 15, 2024 at 9:08 am. It’s filed under Lectura and tagged , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

2 thoughts on “Metrópolis

  1. MIRIAM ARJONA HARRY's avatarMIRIAM ARJONA HARRY on said:

    este tipo de libros me fascina😋

  2. Pingback: Uniendo los puntos | Through the looking glass

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