Me gustan los libros con dibujitos. Mucho. Como ya lo mostró la Divina Comedia, soy una apasionada del lenguaje visual para la lectura. Y, aunque hay más de un purista que cree que eso son “libros para niños” o que es algo muy millennial, la verdad es que para mí el lenguaje visual siempre ha sido complementario al escrito. Ninguno canibaliza al otro. Juntos, en cambio, enriquecen la experiencia de leer.
Para comenzar, un libro ilustrado embellece y dignifica la experiencia de lectura. Este tipo de edición implica que habrá un esfuerzo de parte del editor para que mejorar el soporte. Es decir, la edición del libro será mejor que si el libro hubiera sido sólo escrito (pues estar a dos tintas permite que el libro sea más barato): habrá un mejor papel para soportar las ilustraciones, y para absorber y reflejar mejor las tintas, como vimos, por ejemplo, en el Carmen (link). En ocasiones, también la edición es de pasta dura, por lo que el acabado final del libro termina siendo el de una edición de verdadero lujo, o el de una joya (link al tag), como el del libro de los muertos (link) o el de los Cuentos de Grimm de taschen (link)
Pero es que las ilustraciones no son sólo para presumir. Proporcionan, también, un descanso frente a la lectura. Permiten distraer los ojos y, hasta un cierto sentido la mente, mientras se repasan las ideas -o historias- que hay en el libro. Las ilustraciones pueden ser complementarias a las ideas expuestas en el texto o no. Pueden ser abstractas o no. Pueden ser, incluso parte de la historia o tener un lenguaje que la complemente, como sucede con las adaptaciones de clásicos a novela gráfica. O pueden ser elementos cruciales a la historia, como ocurre con la historieta.
En línea con la idea anterior, pero de forma complementaria, las ilustraciones proporcionan descanso a los ojos. Es decir, no obligan a los ojos a estar leyendo en blanco y negro permanentemente. Le permiten, de vez en cuando, evadirse en el color, o en las formas. Nada como un detalle, una voluta o una forma, para proporcionar algo de descanso al iris después de haber estado leyendo un texto -más o menos denso- a dos tintas. No es obligatorio hacerlo, pero es una alegría poder contar con elementos que rompan con el texto impreso. Y, si hay elementos de diagramación que sean novedosos a bordo, todavía mejor.
Los libros ilustrados, en suma, permiten un descanso dentro del ámbito de la lectura, que puede enriquecerla; tanto de forma visual como en su mensaje. Permite al lector una inmersión mayor en la obra, mientras disfruta de un mejor soporte.
¡Hola! Estoy de acuerdo contigo los libros ilustrados generalmente tienen mejor calidad que los libros comunes, además permiten un descanso de la lectura que resulta agradable y hasta pueden complementar la historia si esta bien hecho. Lo que he notado es que en algunos casos se sacrifican otras partes del libro como la traducción, aunque no siempre es el caso.
Me alegra que tocaras el tema, a muchos les gustan los libros ilustrados pero pocos se toman la molestia de decir por qué ¡Saludos!
¡Muchas gracias! Sí, yo creo que (sin perder la profundidad de la literatura) ya es hora de darles el lugar que se merecen.