Da la casualidad de que la mayoría de mis amigos cumplen años justo la última semana de febrero. ¿Qué hacer?¿Qué darle a cada uno? Este año, decidí darles libros a dos de ellos, pues sé que les gusta leer, y que pueden apreciar la belleza que encierran los libros. Estas fueron mis elecciones:
- La joven de azul jacinto. Un trasfondo artístico es lo que quiero para mi amigo Juan, que es un gran conocedor. Este libro habla de un Vermeer –una obra del pintor flamenco que se ha perdido- y de los tumbos que va dando por la historia desde el Siglo XVII hasta la segunda guerra mundial, y el mundo actual.
- Tombuctú. El conmovedor relato de la amistad entre un perro inteligente y un indigente en la omnipresente Nueva York de Paul Auster, fue el regalo que escogí para mi amigo Camilo, a quien fascinan esas pequeñas conexiones de la vida diaria que hace la vida más humana, y que tan bien sabe describir y explotar literariamente Auster.
- Las sultanas olvidadas. Este no es un regalo para nadie; es un regalo para mí (porque, como siempre sucede en una librería, no puedo evitar comprar algo para mi). En este caso, un libro con las vidas de las más exaltadas sultanas y validés que dieron esplendor a las cortes otomanas por trescientos años. ¿Por qué lo escogí? Porque va en consonancia con un proyecto personal que espero poder llevar a cabo el año entrante; por lo que este libro me sirve para ir “entrando en calor” y “haciendo ganas” de hacer un sueño realidad.