Lo admito, no sé mucho acerca de los reyes del Renacimiento. De los inventores, los artistas, la Reforma y los descubrimientos, sí; pero de los reyes en particular, no. Sé que fue la época de los reyes de gran ego y grandes apetitos, como fueron Enrique VIII de Inglaterra y Francisco I de Francia; y no se quedaba atrás el emperador Carlos V, cuyos apetitos no se satisfacían tanto con la lujuria –como los dos primeros- como con la ambición de territorios, donde nunca se llegó a poner el sol.
Este ménage a trois, con el Papa actuando como fiel comparsa gracias al ostracismo al que lo sometieron las humanistas ciudades-estado italianas de la época, definiría el panorama de Europa (envuelto en guerras religiosas y políticas) y las expansiones coloniales más allá del continente; hasta que la paz de Westfalia lleve, en doscientos años, a una nueva política de alianzas que duraría hasta la Revolución Francesa.
Así pues, encontrando que tenía varios libros de esta época tumultuosa, germen de la Modernidad, decidí alinearlos cronológicamente, yendo desde la infancia de Isabel de Castilla, hasta la muerte de otra gran Isabel; en este caso, la reina de Inglaterra. Con su muerte se cierra el ciclo del Renacimiento europeo y la época de oro de los descubrimientos geográficos, llevando a la turbulencia religiosa y finalmente la época de los descubrimientos científicos.
Valga, no obstante, indicar que –al ser novelas históricas- los autores pueden tomarse algunas licencias literarias; pero que permiten al menos hacerse una idea de los acontecimientos más generales antes de buscar profundizar en aquellos que llamen la atención.
En una próxima columna, las lecturas que conformaron este proyecto.