Ese mes de mayo, lo voy a dedicar en parte a releer Danza de dragones, el último libro de Canción de hielo y fuego de George RR Martin.
Aprovechando esta circunstancia, hago una apología de la relectura. Hacerlo es saludable: es un ejercicio más paciente y esmerado que una primera lectura, pues no hay ansiedad –en el caso de que sea una lectura muy amada- ni tedio, en caso de que sea impuesta. De hecho, este último sentimiento no existe, pues una relectura siempre es opcional y consiste en un reencuentro con lo observado.
La relectura, precisamente por esa falta de ansiedad, permite ver con mayor precisión la trama y todos los detalles que escaparon a un observador primerizo; y que ven ojos más atentos y pacientes, que se concentran por eso en aquellos detalles secundarios de la trama que se obvian en la primera lectura por el simple placer de encontrar aquello que está más allá de la vista.