Hoy Pipe salvó el día, y si estamos yendo a Estambul, es todo gracias a él.
Llegamos puntuales al Aeropuerto Menara, que sirve a Marrakesh, con el fin de imprimir nuestros pasabordos de Transavia. Al ver que no teníamos visa Schengen para Francia, la empleada no nos emitió el pasabordo y nos recomendó hablar con su supervisor, quien estaba terminando sus oraciones de la mañana.
Al hablar con él, obtuvimos el mismo resultado: imposible viajar a Francia; al menos por Transavia. Indignadas como estábamos por la doble negativa y asustadas de perder el avión (sobre todo yo, pues si hay algo que odio es que Pipe corra algún riesgo no calculado), no escuchamos la segunda parte y decidimos insistir con todo el mundo, después de rajar del “viejo de los infiernos” de mil maneras posibles en los tres idiomas que conocemos.
Pipe, mucho más sosegadamente, fue de nuevo a hablar con el supervisor, con quien hablamos en francés. No sólo descubrió que hablaba un excelente inglés sino que, de hecho, nos quería ayudar a solucionar el problema en que estábamos; según el, debido a que Transavia no tenía la capacidad técnica para avisar a la UE que seguíamos viaje de París a Estambul, y que sólo aerolíneas de bandera como Royal Air Maroc, la que había suge
rido.
Gracias a la intervención de Pipe y a sus buenos oficios, pudimos comprar el tiquete de ida a París para enlazarnos con Pegasus, aerolínea con la que viajaríamos a Estambul.
El avión fue conducido por un piloto magrebí más bien poco delicado con sus movimientos, que aterrizó bruscamente en Orly entre una salva de aplausos por parte de unos pasajeros en parte aliviados y en parte admirados.
A raíz de mi experiencia en el tránsito en Francia, recomiendo NO hacer tránsito allá; ya que sólo a un francés se le ocurre dejar la responsabilidad de que el viaje de una persona llegue a feliz término en manos de otra, generalmente mal pagada por parte de una empresa tercerizadora que opera el aeropuerto en concesión. ¡Y esto en Francia!
Ya en la zona internacional de Orly sólo quedó esperar el avión, que salió retrasado. Pero,
finalmente, fue posible abrocharnos los cinturones y despegar con rumbo a Turquía, nuestro segundo destino, al que llegamos bien entrada la noche.