…más tierra de la que podré contar jamás, lo que se debe principalmente al carácter arenoso del suelo jordano.
Originalmente, este reino era parte de la región norte de Arabia Saudí (ahh!! De ahí que Diana Uribe hable en sus relatos de las Rutas de la Arabia Feliz, que cruzaban esta región), hasta su independencia, poco más de un siglo atrás, cuando subió al trono la familia del actual rey, Abdallah; cuyo retrato, por supuesto, ha acompañado toda nuestra estadía
en el país.
Este suelo arenoso, incluye el suelo de los acantilados de Petra, donde nuestros pies nos llevaron hoy, cumpliendo uno de los sueños de mi infancia: conocer la ciudad rosa oculta en los acantilados. Este tesoro rosado se escondió del tiempo por siglos, siendo sólo un secreto muy bien conocido de algunos pastores; hasta que un explorador suizo se hizo con el mismo, y pudo confirmar al mundo la existencia de Petra, con sus tesoros.
Allá llegamos hoy después de un viaje de tres horas que atraves ó el país de norte a sur, gracias a la carretera del desierto, Nos bajamos en nuestro hotel, dejamos nuestras maletas y caminamos en 10 minutos la distancia que nos separaba de la Ciudad Rosada. Entramos, y comenzamos un descenso suave e incluso sombreado por los acantilados que nos tomó alrededor de una hora.
Bajamos, relajados y bromeando, mientras veíamos a los jordanos que bajaban en camello o caballo. Por fin, llegamos al famoso Siq. Es el acantilado que da entrada directa a Petra, el cual puede llegar a tener apenas 2 metros de ancho. Para sorpresa nuestra, al comenzar a recorrerlo, se hace visible el acueducto de Petra, el cual está tallado en la roca del acantilado más o menos a la altura de los hombros. Asimismo, hace acto de presencia un sorprendente árbol de pistacho, que atestigua la dureza de las condiciones de vida en el desierto; pero la presencia de agua en el mismo, y de la esperanza de vida.

El Tesoro desde el Siq
Por fin, en un giro del Siq, se vislumbra el famoso Tesoro de Petra. No es un montaje: ¡el Siq lleva directamente a una especie de Atrio presidido por el mundialmente famoso Tesoro de Petra! Como en un sueño, avanzamos con la cabeza doblada hacia atrás, y lo vemos. Miles de años nos devuelven la mirada, en un momento que quita la respiración. Volvemos en nosotros, justo a tiempo para dar paso a un carro de caballos, para buscar algo frío que tomar, y darnos cuenta de que, efectivamente, después de esta hora de caminata, Petra se extiende más allá de su acantilado, hasta los riscos vecinos.
Tomamos algo y seguimos con la caminata. Pasamos por las tumbas, el Teatro y los templos, hasta que llegamos a un letrero que nos avisa lo siguiente:
**Altar del Sacrificio: 4 horas de caminata; dificultad: alta
**Iglesia Bizantina: 3 horas de caminata; dificultad: media
**Tumba de la urna: 3 horas de caminata; dificultad: alta
Sorprendidos, decidimos que ninguno tiene el estado físico para ir a tales lugares, per
o que sí podemos disfrutar de Petra en toda su extensión. Caminando 20 minutos más, encontramos el Templo Mayor de Petra y, un poco más allá, el Templo del León Alado. Al haber llegado al final de la “calle principal” optamos por seguir una carretera secun
daria que nos llevó ante las Tumbas Corintias, situadas un poco más lejos de la ciudad. Otro “palomar” al que tuvimos que trepar; pero cuya vista y belleza definitivamente valieron la pena.
Como ya se estaba poniendo el sol -señal de que pronto cerrarían el sitio – optamos por devolvernos, y buscar un sitio donde comer. Comimos en el centro del pueblo de Petra, y nos devolvimos al hotel, esta vez en un taxi.
