Me declaro Saramaguera: soy fan del escritor de Lanzarote desde que tengo catorce años. Sus libros tienen el efecto mágico de envolverme y expandir el tiempo y el espacio a mi alrededor de modo tal, que la lectura de sus textos no me rinde; y puedo disfrutar en una tarde aquellas letras que normalmente se llevarían hasta tres de aquellas en condiciones normales.
La literatura de Saramago me hechiza muy profundamente porque apela a todo aquello que es humano en mí. Leyéndolo me encuentro con mi Humanidad; y encuentro al mismo tiempo las conexiones sutiles entre el mundo interno de sus personajes, muy ricamente descrito; y las grandes gestas e iniciativas humanas en la Historia, que actúan como telón de fondo de muchas de sus tramas y alrededor de las cuales, los personajes desarrollan sus propios mundos y sus propias gestas. Enormes en su Humanidad, pero al mismo tiempo minúsculas en su anonimato.
El escritor usa las palabras como volutas de humo. Hace que éstas actúen casi como médiums entre ambos mundos; y que al mismo tiempo mantengan al lector con los pies en la tierra y atento a los acontecimientos en desarrollo y a los hechos por venir.
Para Saramago, las palabras son más que una herramienta: son un juego. Son arcilla. Con ellas moldea el mundo. Con ellas, describe la realidad con aforismos ya dulces, ya severos. Con ellas y gracias a ellas, se atreve a ir más allá en la literatura y yuxtapone sin pensar en recuperar el aliento; pues escribe sus libros como para leerlos de un tirón gracias a la alquimia que produce remover los puntos seguidos, y que puede pensarse como un recurso de Saramago para acercar la literatura a la forma coloquial de hablar.
Infortunadamente, conocí su trabajo en un momento de mi vida en que no era muy factible poder comprar libros. Por eso no he leído tantos como desearía; aunque puedo decir que he leído los que más permiten acercarse a la filosofía de Saramago, expresada siempre en las pequeñas cosas:
- La Caverna es, de todos los que he leído, el libro más severo de Saramago. En él denuncia cómo la Humanidad no sólo vive en el equivalente de una Caverna platónica (lo que no es una noticia nueva) sino que además se repantiga viviendo en ella, y se niega obstinadamente a salir. El Centro Comercial del que habla se convierte en la Caverna en cuyo vientre se distorsiona la realidad (¿les suena a algo?) y se pierde el tiempo. En un sentido más literal, es una denuncia: la vida se ha vuelto comercio, y muy poco más. Para todo vamos al Centro Comercial. ¿Y el resto de la ciudad?¿O es ésta una sucesión de Centros Comerciales, en los que todos somos, invariablemente, consumidores? Parece preguntarse Saramago en esta genialidad que le valió el Premio Nobel.
- Las Intermitencias de la Muerte es hermoso y muy delicado. En particular, me fascina la forma en que ilustra la paradoja de la Muerte al presentarla como una Mujer que, al final, se enamora del protagonista y encuentra que está en embarazo de éste. Qué forma tan elegante de describir el ciclo de la vida. Definitivamente, de este libro podemos decir que La única defensa contra la Muerte es el Amor (según palabras de Saramago, de las que pueden encontrar más en este artículo).
- El Ensayo sobre la Ceguera es una excelente crítica social. ¿Quién no ha sentido alguna vez que está tan inmerso en la masa, que es tan poca cosa (creo que aquí podríamos hablar también de la autoestima) y que no tiene los reflectores encima, que cree que puede hacer lo que quiera? ¿Quién alguna vez no ha hecho algo, porque lo están mirando? ¿Por presión? Es increíble la ingenuidad de la gente que, de nuevo, denuncia con palabras Saramago: si tú te estás viendo, por demás alguien te está siempre viendo (lo que llamamos Conciencia; que para el caso del libro, vendría siendo la esposa del médico). Actúa en consecuencia..
Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes. (José Saramago)
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