Considero (al contrario de muchas personas) que el mundo de la lectura es ancho y ajeno; lleno de experiencias que todavía no he conocido.
Muchas de ellas son prácticas de lectura que no remiten a la habitual imagen del lector con su libro; pero que pueden implicar la reunión alrededor de la lectura, ser espectador de la lectura o escucha de la misma.
A continuación, algunas prácticas de lectura que he tenido, distintas al usual consumo de material escrito
- Clubes de lectura: la práctica de reunirme alrededor de una lectura cada cierto tiempo, o con una cierta finalidad, la pude tener por fin este año, como ya comenté.
- Leer libros en Internet: es curiosa, pero esta práctica surgida hace apenas algunos años permite publicar capítulos de novelas bajo la forma de entradas de blog, en los cuales se va desarrollando la trama. Apocalipsis Z, de Manuel Loureiro, es el ejemplo más reconocido. Yo comencé leyéndolo como blog; y con el tiempo, pasé a los libros que ya tenía publicados.
- Leer libros por entregas: ha habido momentos en la historia en que los autores deciden publicar sus obras por entregas, en separatas de periódicos o ediciones especiales de revistas. Fue muy usual en el Siglo XIX; y el ejemplo más conocido de la misma fue Acerca de la Fotografía, libro de ensayos de Susan Sontag publicado por partes en The New Yorker.
- Participar en una lectura colectiva: es una práctica que generalmente se lleva a cabo como homenaje a un escritor o alguna obra de renombre internacional. En este caso, acudí a la cita en la Universidad; cuando hicimos una lectura colectiva, ininterrumpida, de Don Quijote de la Mancha para celebrar su aniversario de publicación en el Día del Idioma; y la contribución de Miguel de Cervantes al mundo de las letras españolas.
Experiencias que no he disfrutado todavía:
- Los audiolibros: nunca he comprado un libro para escuchar. Creo que, de alguna manera, desconfío de mis capacidades de concentración auditiva; y creo que justo me perdería la mejor parte de la historia por estar haciendo otra cosa en lugar de estar concentrada escuchando.
- Leer historietas. Por “historietas” no me refiero a las tiras cómicas que aparecen en los periódicos o a la separata de los niños de los domingos: me refiero a seguir historias de personajes complejos en este formato. Un buen ejemplo de ello podría ser la continuidad de las sagas de súper héroes de Marvel o DC; las historias de anime; o libros como Persépolis, cuya edición de tapa dura me sedujo recientemente en una visita a una librería.
- Que me lean: OK, esto es un poco una práctica de princesa o de niña chiquita; pero confieso que no tengo ningún recuerdo de mis papás o adultos leyéndome al momento de ir a dormir (¿tal vez porque aprendí desde muy chiquita y nunca tuve supervisión?) en mi infancia. Tal vez por eso, la práctica no deja de generarme curiosidad.
- Eventos alrededor de la literatura. Siempre he querido ir a grandes eventos alrededor de la literatura y de los libros; pero desgraciadamente, nunca he podido asistir. Hace un año, por ejemplo, una atravesada operación me impidió viajar al Hay Festival de Cartagena, a finales de enero. Las boletas se quedaron compradas, el avión pagado y el hotel listo; pues tuve que mover todo, por fuerza mayor, y disfrutar la ciudad en un ambiente distinto al que habría querido conocer.
Un mundo, como ya dije, ancho y ajeno. Un mundo enorme, variado; y sobre todo, un mundo que está listo para ser disfrutado.
Hola! Yo el club de lectura nunca lo he probado, pero sí que he probado los audiolibros y es una experiencia muy diferente, es algo así como escuchar un programa de radio.
Yo si he probado lo de audiolibros y lo de historietas, y es muy divertido, pero con los audiolibros igual prefiero escuchar cosas cortas. Sin embargo, todas las cosas que vos has probado, no lo he hecho 😦