Así como ya hablé de Otras Librerías, para poner de relieve la existencia de algunas librerías por fuera de la onda más comercial de la ciudad, estos próximos dos meses los voy a dedicar a reseñar aquellas Bibliotecas que más me han marcado a lo largo de la vida.
Esto, porque una biblioteca no es sólo aquel sitio donde uno guarda sus libros. De alguna manera, una biblioteca es una construcción, que se desarrolla con el paso del tiempo (así haya artículos como este de El Espectador, que reseñan la muerte de las bibliotecas). Estos lugares, en su mayoría, suelen convertirse en una expresión de la personalidad de sus dueños; que no sólo influye sobre los títulos que van tomando lugar en las estanterías; sino que además muestran la personalidad de su dueño en los complementos que incluya: ¿Son mapas? ¿Son flores? ¿Son adornos? ¿Son fotos? ¿No tiene nada?
Todo en una biblioteca da pistas acerca del lector detrás de ella. ¿Es un padre de familia, que la tiene empotrada en una habitación familiar?¿Es un estudiante, que dispone de ella en su un cuarto?¿Tiene una habitación especial en la casa de un soltero?¿Tiene una habitación especial en una casa de familia? ¿O está desperdigada en estanterías?¿O de plano no hay biblioteca porque todo lo que ha leído es prestado?
Todas las anteriores son válidas: todo esto da pistas acerca de quién es uno y, sobre todo, muestra qué clase de cercanía se tiene con los libros. Sólo hay que recordar que todos somos diferentes, y que para gustos fueron hechos los colores.
Through the looking glass 