En abril, no sólo bailé con los gitanos; también di algunos paseos por la Ciudad Luz, pues entre mis lecturas estuvo “París”, de Edward Rutherfurd.
Aunque es un libro hermano de Rusia y Nueva York (lecturas que ya he comentado), su estructura narrativa difiere de los primeros en tanto que París se aparta de la estructura lineal. En su lugar, la biografía de la capital francesa sigue una estructura de saltos en el tiempo; por lo que, a punta de backflash y de flash forwards a veces bastante vertiginosos (como del orden de seiscientos años), vamos construyendo paulatinamente el mosaico de relaciones, parentescos y acontecimientos históricos que sostienen la trama de las diferentes familias protagonistas desde los tiempos del Medioevo hasta el trepidante Mayo de 1968.
Sin importar que esto pueda parecer un poco complejo, creo que es una manera encantadora de presentar los acontecimientos; ya que no sólo capta y mantiene la atención del lector (so pena de perder algún detalle), sino que permite que uno vaya sacando sus propias conclusiones y asociaciones, lo que da lugar a algunos momentos de “Eureka!” al ir avanzando en los capítulos (y más de una vez, incluso, al cambiar de página), lo cual personalmente encuentro divertido porque da al lector la capacidad de comprender algunos detalles de la trama a un nivel más profundo.
Sin embargo, creo que Rutherfurd se quedó más bien corto llegando hasta el famoso Mayo del 68. Habría querido que el autor llegara hasta el siglo XXI, casi; y tocara, por ejemplo, el tema de la inmigración de africanos (musulmanes o católicos) a Francia y la manera de incluirlos en la sociedad francesa, que llevó a las trifulcas de los banlieus de Paris de 2003 (incluir foto de las trifulcas), que todos sin duda recordaremos por esta imagen…
También, me habría gustado que el autor diera un poquito más de zoom a la familia de los Jacob (que creo no fue suficiente, pues vienen desde el Medioevo y los trata muy superficialmente) y de los Blanchard, que apresuradamente se introducen en el capítulo dedicado a la Revolución como médicos de los Saint Cygne. Comprendo que no sean familias protagonistas de primer nivel (pues la trama principal no es sólo el antagonismo entre los aristócratas y los plebeyos, sino cómo éstos se unen como franceses para hacer frente a las amenazas externas a pesar de sus diferencias), pero también dan un soporte importante a la trama y habría sido rico conocerlos mejor.
No he hablado, sin embargo, de uno de los detalles que más me fascinó de la lectura de este libro: sus descripciones de París, sin importar la época. Gracias a su narrativa, siento como si hubiera caminado junto a los personajes por la Ciudad Luz: si me esforzaba lo suficiente, casi podía ver los lugares como si los estuviera viendo con mis ojos y no con mi imaginación. Sus descripciones de los lugares históricos, los barrios (Arrondisements) y bulevares son tan precisas, que incluso una distraída como yo no necesitaba un mapa para comprender en qué parte de la ciudad se encontraban determinados personajes.
Una novela excelente, un viaje inolvidable y, casi, podría decir que siento ganas por primera vez de conocer París.
LO TENGO PENDIENTE:( SI TU SENTISTE A PARIS COMO SI ESTUVIERAS AHÍ, QUEDO ANTOJADA DE QUE SEA MI SIGUIENTE, UNA VEZ TERMINE AL SEÑOR ATATURK!!!
Hola! Suena muy bien esto de rendir un homenaje literario a una ciudad tan conocida como y reconocida como es Paris, de la cual yo diría que muchos no sabemos casi nada sobre ella que no hayamos aprendido con los documentales del National Geographic o los de la BBC.
De este mismo autor yo tengo pendiente leer “Los Principes de Irlanda” que tengo entendido que es algo similar a este libro.
Saludos!