Para todos aquellos que no trabajan en finanzas en general o en mi área en particular, el 31 de diciembre evoca fiesta. Es sonido de música decembrina (Buitraguito y Compañía, que pronto poseerán las emisoras), olor de pólvora (para los que recordamos cuando era legal), juegos pirotécnicos para los más sofisticados; o incluso el recuerdo de los primeros coqueteos con el trago y sus consecuencias la mañana después.
Para nosotros, sin embargo, las campanadas del 31 de diciembre pueden llegar a ser tan fatales como las de la Cenicienta. En finanzas, lo que no hiciste antes del 31 de diciembre tiene repercusiones fiscales, financieras y legales. Siguiendo con la línea del símil, con las campanadas del 31 de diciembre se ve si la Cenicienta que baila al ritmo de Buitraguito o Lucho Bermúdez está realmente vestida de diseñador; o si encontró los harapos de una caneca camino a la fiesta y huele maluco.
El 31 de diciembre es la foto final de tus Estados Financieros. Muestra si ganaste o perdiste; ilustra qué hiciste en el año y si las decisiones tomadas valieron la pena a lo largo de los 365 días anteriores. El 31 de diciembre, pues, es el cierre de la gestión por este año y marca de forma definitiva cómo fue el desempeño del año y la contribución con los proyectos y las metas de la empresa.
Nunca como ese día es posible ver la sutil trama que une el mundo de la ley con el de las finanzas. Las puntadas se hacen y deshacen conforme se fijan algunas variables macroeconómicas, se actualizan las realidades societarias, suben los precios de las acciones (pues todos los finales de año hay un pequeño rally) y se formalizan algunos movimientos corporativos (fusiones, adquisiciones, escisiones, etc.) ante la Cámara de Comercio y la DIAN. Nunca como ese día es tan visible la labor, delicada como una filigrana, que llevamos a cabo durante todo el año.
Es el día del examen final 🙂
Es un poco así…. 😀
Ciertamente suena agotador, a la par que necesario. Pero lo importante es mantener la calma y no estresarse. Saludos y feliz año nuevo y próspero 2018!
Eso es cierto; y hay que tener en cuenta que los negocios no paran, y hay que operar hasta el último día. Manejar tanta presión puede ser difícil; y creo que eso demuestra porqué no hay “términos medios” en mi profesión: o las personas se vuelven super zen y super tranquilas; o se vuelven unos energúmenos. Yo empiezo mi cierre de año en Octubre, así que generalmente me encuentro en el primer grupo 😀
Un muy feliz, próspero y lector año para tí también!
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