Mi papá me ha pegado la gripa. Estoy en el primer día, y no me puede regañar. Me mira mientras toso y me congestiono por lo que parece ser un brote bastante virulento de influenza miamera. ¿La solución a eso? En palabras de Pipe, aguante. No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.
Antes de claudicar ante los síntomas y comprar (finalmente) un suéter en el aeropuerto gracias a la presión helada de los aires acondicionados y los vítores de mi papá, habíamos recibido malas noticias: las Lalis, nuestras amigas, no habían podido subir al avión en el primer vuelo de American Airlines y no alcanzaríamos a encontrarnos en el aeropuerto a la hora prevista. Llegarían en el siguiente vuelo, a las 6.00 p.m. Nos encontraríamos en primer lugar Cami, Jose y yo; y luego las recogeríamos para poner rumbo a Orlando.
Esa fue la parte más emocionante del viaje. Ver llegar a los chicos justo hoy, que Cami cumple treinta; y contarle que ¡sorpresa! No me devolvía a Colombia (como habíamos mantenido para efectos de sorpresa) sino que seguía con ellos; y más tarde recogeríamos a las Lalis para seguir hacia Orlando. Ver cómo se le iluminaba la cara al dimensionar el tamaño de la sorpresa que había preparado Jose para él endulzó el resto del día.
Las Lalis nos escribieron. No llegarían en este vuelo tampoco. In extremis, llegarían en el vuelo de Avianca proveniente de Bogotá, que aterrizaría a la 1.27 a.m. en Miami. ¿Qué hacer hasta entonces? Iríamos a la casa de la tía de Jose en Miami Beach. Antes de eso, pedí, vamos por favor a una farmacia, que me estoy muriendo por cuotas. Jose, que también estaba agripado, y tomando Oscillococcillum, coincidió diciendo que en la cuadra de su tía había un CVS; al cual fuimos por mercado de enfermos: NyQuil, DayQuil, Vitamina C y Excedrin, además de comida para el camino a Orlando.
Muy generosamente, la tía de jose y su familia nos acogieron, nos invitaron a pizza y repusieron el botiquín de Oscillococcillum, pues me incluyeron en la lista de consumidores. Adicionalmente, nos ofrecieron a Cami y yo (conductores designados del carro) un cuarto para dormir y así estar reposados para salir a Orlando a las tantas de la madrugada.
Dormimos un rato; aunque nos despertó la alarma de incendios del edificio, activada por error. El resto de la noche se nos fue charlando con la tía y con el primo de Jose. Todo un personaje, con quien conversamos toda una noche pasada entre medicamentos, piza hawaiiana y Vitamina C; buscando el tan deseado repunte en las defensas que nos permitiera disfrutar del tiempo en Orlando.
😂😂😂 qué horror empezando el paseo 😪