Una trilogía a la que llegué por una invitación a cine de mi amigo Camilo. Me mencionó la primera película (a la que no le había prestado la más mínima atención en cartelera) y, estando en el centro comercial antes de la función, compró un ejemplar de los libros, que ya estaban disponibles en Medellín. Ni así sentí curiosidad.
Ver la película, menos. No me gustaron partes de la fotografía ni que hubieran utilizado tomas hechas como sosteniendo la cámara con la mano (¡hágame el favor! ¡Para eso hay aparatos!), que hacían ver la película barata. Tampoco me gustó que en algunas escenas, Katniss (todavía ignoraba que era Jennifer Lawrence) se viera como atontada. Sin embargo, algo en la trama me gustó; y no fue solamente Lenny Kravitz haciendo el papel de Cinna, algo en lo que coincidimos plenamente Camilo y yo.
Salí del cine con sentimientos encontrados. Por un lado, después de un comienzo un poco a las patadas, pude disfrutar la película. Del otro lado, la rebelde de la industria que llevo por dentro me decía “Otro libro hecho a las carreras para ‘darle sustancia’ a una película y producir caja. Hollywood, aquí vamos…” y descartaba de plano siquiera detener los ojos en ellos.
…pero entonces pensaba en que la trama de la película había sido realmente interesante. Panem, los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre (como pomposamente los anuncia un Ceasar Flickerman magistralmente encarnado por Stanley Tucci), el Presidente Snow, el totalitarismo y la censura de la prensa, las denuncias sociales enmascaradas detrás del oropel…todo eso me llamaba poderosamente la atención.
Y después, me los encontré de frente. Y no me resistí. Y fue lo mejor que pude haber hecho; porque la lectura de los Juegos del Hambre da unas luces inimaginadas (a no ser que uno lea a Chomsky con asiduidad) acerca de los regímenes totalitarios que pueden subyacer, incluso, en las estructuras de los países llamados democráticos.
Por eso, leí los tres libros de un tirón. La distopía me había capturado a través del formato de acción; de las intrigas políticas y de las preocupaciones sociales a la lucha por la simple sobrevivencia en el formato más puro de la tele realidad, una crítica velada también a este formato televisivo.
Una narrativa rápida; un énfasis interesante en los aspectos psicológicos de los protagonistas (la “atontadez” que le vi a Katniss la primera entrega) y la forma en que esto incide en sus acciones presentes; las descripciones tan imponentes del Capitolio y de los escenarios de batalla y las relaciones entre los tributos hacen los libros mucho más complejos (y de mucho más disfrute) de lo que mi criticona interna pensaba. Una lectura que, en estos tiempos que corren, no sólo es agradable sino necesaria.
Una entrada muy interesante! Tengo que confesar que tengo muchas ganas de leer el primero de la trilogía, aunque he de decir que antes me gustaría ver la última película que aun tengo pendiente.
Muy reocmendados! Tienen varios detalles que omiten los libros y que, para los geek de la política y la historia como yo, son invaluables!