Mi primer reto del mes. Y vaya si fue un reto; pues el sentido del humor ha cambiado bastante en los últimos seiscientos sesenta y ocho años desde que se escribió, en la Florencia del Quatrocento.
A pesar de que me gusta, encuentro la prosa es florida, pesada y, en mi opinión, irrelevante para la naturaleza “ligera” de las historias que pretende contar el autor. No obstante, me llamó poderosamente la atención la universalidad y atemporalidad de los temas que trata y que, también en mi opinión, puede ser una de las razones por las que este libro no pierde su encanto. Boccaccio retrata, en cuentos cortos, ni más ni menos que la naturaleza humana: las virtudes, los vicios, las singularidades y los encantos que nos hacen y nos harán siempre humanos.
La avaricia, la belleza, la lujuria, el ingenio, las diferencias sociales y la fealdad son sólo algunos de los temas que se tocan en esta selección de relatos; ambientados, de acuerdo con el autor, como entretenimiento en los días de la peste. A lo largo de los mismos, se repiten los protagonistas de algunos de los cuentos del principio; y se hace referencia a dichos relatos en las nuevas tramas. Con esto, da no sólo continuidad; sino un aire de comunidad al relato. Como si nos estuviera contando las historias de un vecindario.
Y eso, tal vez, es lo que pretendía con sus escritos: que la Florencia de esa época, que se preparaba para ser el centro del mundo los siguientes 150 años, no dejaba de ser una ciudad, su ciudad. Misma que tenía mucho con qué deslumbrar al mundo.
Una lectura muy interesante! Recuedo que cuando estaba estudiando en el instituto, tenía un profesor de literatura muy bueno, y que cada semana aprovechaba los últimos treinta minutos de clase para leernos algo en voz alta, y en una de esas ocasiones nos leyó algo de “El Decamerón”. Nuca profundice más en esta obra tan emblemática de la literatura de a Europa medieval, pero tal vez tenga que darle una oportunidad a la obra de Boccaccio. Saludos!