Hace unos días, revisamos la rentabilidad de un gestor de inversiones; pues nos habían asaltado las dudas con respecto a la rentabilidad. Para eso, analizamos el ROE.

ROE quiere decir Return on Equity. Es uno de los indicadores más importantes que existen en mi Gremio; pues básicamente, anuncia cuánto está rentando el patrimonio neto de la compañía. Y ojo con el neto; porque esa palabra quiere decir que la empresa per se debe rentar todavía más. Quiere decir que la empresa debe estar en capacidad de cubrir sus pasivos con terceros (si los tiene) y, a partir de ahí, servir a sus accionistas. Lo que se traduce en que los administradores deben estar siempre alerta para generar utilidades y no dejar la plata sentada ni dejar dinero en la mesa.

Efectivamente, nuestro análisis desprendió que los rendimientos no eran deslumbrantes; máxime si se comparaban con el valor, nada desdeñable, de sus comisiones. Y ahí fue donde se alborotó el gallinero: que si eran demasiado caros; que si no había forma de pagar por los servicios alternos que prestaban distinto a pagarle esas comisiones; que si no se podía reestructurar la forma en que cobraban; y un largo etcétera que nos alejaba por momentos de la cuestión.

“Moción de orden” dije. “La pregunta aquí es si consideramos que las acciones y el trabajo de este gestor es tan valiosa como para que las comisiones que cobra no nos escandalicen”

“¿Y quién es el que debe, entonces resolver esa pregunta?” terció nuestro miembro independiente de junta.

Y ahí intervino mi jefe. “Los accionistas”

“¿Y ustedes le ven valor a eso, así el desempeño?” preguntó de nuevo nuestro Independiente

“Sí”, dijo mi jefe; y procedió a explicar una serie de razones que son valiosas; que no voy a describir aquí por largas; pero que me dan combustible para la reflexión que quiero hacer.

Ésta es que hay cosas que van mucho más allá del ROE. Se trata de las relaciones. Ya les he contado que este Gremio tiene la mala imagen de ser de los que vende a la mamá; pero realmente nos caracteriza que cuidamos mucho las relaciones: tratamos de hacer que las relaciones de negocios se conviertan en relaciones personales y, por ende, de generar confianza en quienes nos rodean. Por eso los regalos de Navidad; por eso los correos (creo que no he mencionado esto; debería hacerlo en un próximo artículo); por eso las llamadas.

Ir más allá del ROE, para nosotros, es reconocer a los demás como seres humanos; que pueden cometer un error así como mantener un buen desempeño en el tiempo. Es saber que hay un teléfono que podemos marcar cuando tengamos una pregunta o una consulta. Saber que nos van a compartir material que nos mantenga actualizados o que nos avise de curvas o de daños en el camino que se viene. Saber que podemos expresar nuestras dudas de manera franca en una reunión y que van a ser respondidas no sólo con la misma franqueza, sino con plena seguridad de que no van a ser tomadas personalmente…

Ir más allá del ROE es valorar las relaciones a largo plazo por encima de las rentabilidades de corto plazo; reconocer que no somos máquinas de hacer dinero; y que en esta profesión a veces hay imprevistos o hay temas que son mucho más discretos pero igualmente valiosos.

Sin embargo, y a pesar de respetar y compartir plenamente los motivos de los accionistas, insistí en que teníamos la responsabilidad al mismo tiempo de velar por unas inversiones; y que el desempeño que nos habían mostrado hasta el momento no parecía ser muy deslumbrante; por lo que esta intervención me había parecido muy pertinente para trazar el derrotero de revisar de qué manera podíamos mejorar el desempeño en este campo, sin poner tensión en la relación. Porque, al final del día, podemos ir más allá del ROE; pero hay que ganarle al menos a la inflación.

 

15 Mar This entry was published on March 15, 2019 at 9:00 am and is filed under Vida oficinera. Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.