Canto XVIII: efectos de la muerte de Patroclo

Ya sí comienza el luto. Primero, tenemos la reacción de Aquiles; que pierde todo interés por la vida y se dedica a lamentarse amargamente por su muerte.

Por el lado positivo, sus lamentos hacen que Tetis corra hacia él. Y mamá no sólo corre a consolarlo y a decirle que deje para después eso tan maluco de la venganza. Cuando lo ve sin armas sale hacia el Olimpo (adonde es muy bien recibida por Hefesto) a toda velocidad, para pedirle a Hefestos que por favor haga nuevas armas para su hijo. Todos querríamos esa mamá…

Pero mientras la una va hacia donde los dioses, el otro no se queda quieto. Por consejo de Hera, Aquiles aterroriza a los troyanos con sus gritos; lo que llega muy a tiempo, pues si esto no hubiera ocurrido el cadáver de Patroclo habría quedado en manos de los troyanos.

Así que el cuerpo recuperado es puesto, en medio de la noche, en la tienda de Aquiles. Allá lo lavan, lo ungen y lo depositan en un ataúd; mientras Aquiles llora la muerte de su amigo.

Mientras tanto, los troyanos están reunidos en una Asamblea. Discuten qué hacer, pues conocen la cólera de Aquiles; y temen que, en el combate de mañana, éste los persiga y los masacre. Varios prudentes sugieren entonces quedarse dentro de las murallas y no exponerse; pero Héctor y el pueblo de Troya desprecian ese mandato de prudencia.

Así que el Canto termina con los Aqueos en luto y los Troyanos velando sus armas en turnos dobles.

This entry was published on May 2, 2019 at 9:00 am. It’s filed under Lectura and tagged , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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