Vamos con la segunda parte del RetoLector de esta quincena: de nuevo, nos asomamos a Las Puertas del Paraíso; pero es un paraíso bien diferente: de LaAlhambra, nos trasladamos a la desapacible China maoísta, donde está por llevarse a cabo una ejecución.
La trama del libro comienza con los detalles del día a día de los padres de la reclusa; así como de todos quienes comparten su vida de vecindario:
Profesor Gu y su señora; que son los padres de GuShan, la contrarrevolucionaria que se va a ejecutar en la prisión
Tong y su perro Oreja, recién llegados del campo a vivir con sus padres en la ciudad. Tong sale a caminar antes de ir al colegio el día de la ejecución.
Bashi, el hijo de un piloto fallecido en la Guerra de Corea, héroe del país. Criado por su abuela, el hijo vive de los laureles del padre y en una perpetua preocupación por comenzar a tener sexo.
Nini, una niña de 12 años que vive en compañía de sus padres y sus seis hermanas en una pequeña casa en Río Turbio, la ciudad industrial en la que tiene lugar la trama del libro; y que recoge carbón en la estación de tren.
Kai y Han, una pareja de la élite de Río Turbio. Él es miembro del Partido y ella es locutora; fue rival de GuShan en la Guardia Roja durante la Revolución Cultural y narra el acto denunciatorio.
Señor y Señora Hua: son los barrenderos. Recogen la basura y, mientras tanto, actúan como conducto de la compasión y la Humanidad; conectando a todos los habitantes de Río Turbio
Poco a poco, fui leyendo y viendo cómo sus vidas se van entrelazando a través de pequeños acontecimientos y rituales de la vida diaria: Nini (quien, inadvertidamente, fue una víctima de GuShan en su época de Guardia Roja) va a comer galletas donde los Gu; la Señora Hua recoge los restos del ritual de incineración de ropa y calzado de la Señora Gu; y, más alarmantemente, Bashi empieza a rondar a Nini…
Con una narrativa que comienza seca pero se va volviendo más llevadera a medida que avanza la trama, nos vamos dejando envolver por una atmósfera que comienza enrarecida pero se va volviendo familiar; donde los personajes aparecen duros pero se van volviendo humanos; y por el telón de fondo de aquella etapa de parto en la historia de China en la que no era una sociedad completamente moderna; en que Deng Xiao Ping apenas iba a decir que “no importa de qué color sea el gato, siempre que cace ratones” y en que el país iba a comenzar a avanzar a pasos agigantados en dirección a la grandeza que quiere cultivar hoy.
Un libro muy recomendado; que para mí fue casi un pasaporte a las profundidades del alma de una sociedad, y una forma de ver, como por entre una mirilla, las formas curiosas en que los seres humanos nos conectamos en el tiempo y en el espacio (así sea en el reducido escenario de una pequeña ciudad industrial de la China maoísta) y cómo los pequeños actos que tenemos reverberan en nuestro futuro.
Sin embargo, me tomo la libertad de agregar un caveat: no es para todos. A veces puede ser un poquito muy duro; las descripciones de la pobreza y la dureza son muy fuertes; y tiene algunas aristas en la narrativa que hieren. Así que ya saben: para leer esto, también hay que ser valientes.
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