Por fin llego al libro de Harari. Lo había comenzado de manera más bien accidentada -la misma noche que hablé con mi TíaViajera acerca de Estambul.
Ella, muy amablemente, recordó que tenía un libro en el carro y se ofreció a prestármelo para que lo leyera mientras acompañaba a mi hermano en Urgencias.
(Esta soy yo acompañando a mi hermano en Urgencias el 24 de diciembre con el libro y una cena de Navidad que me trajo mi tía. ¡Gracias tía!)
Como pueden ver, el libro era éste; pero -aunque esa misma noche comencé la lectura y avancé un par de capítulos mientras mi hermano dormía- lo pospuse mientras leía Estambul, para poderlo devolver, como había prometido, al principio del año. Finalmente, le llegó la hora.
Y qué libro, señores. En 450 páginas, Harari nos lleva desde nuestros muy humildes comienzos, como simios en la sabana africana hasta proponer, de manera bastante provocativa en el epílogo, la posibilidad de hallarnos en el camino a la divinidad. Y aprovecha para subrayar de forma muy acertada, en éste, los riesgos de convertirnos en “dioses que no saben lo que quieren”.
En el intermedio, está toda nuestra evolución: el desarrollo de nuestras habilidades sociales, imaginación y recursividad, que nos llevaron no sólo a la cúspide de la cadena alimenticia; sino, según el autor -y la evidencia científica que cita- a cometer ecocidios a gran escala en todos aquellos ecosistemas a los que fue llegando, uno tras otro. A transformar nuestras sociedades gracias a la cooperación a gran escala y a la creación de grandes imaginarios colectivos; pero también a caer en la trampa del lujo, y a perjudicar nuestras propias condiciones de vida con el fin de tener más y más, como consigna el autor en un aparte muy llamativo pero que, entre otras, me pareció el único donde no puede señalar de forma clara cómo considera él que sucedió.
En el libro, Harari reseña la creación de las grandes herramientas conceptuales humanas; aquellas que permitieron la creación de las sociedades como hoy las conocemos, y que vemos aquí debajo (no digo más, porque si sigo adelanto de la emoción):
Si leer esto no nerdi-emociona, no sé qué es lo que nerdi-emociona
En suma, el libro es un viaje por la gran epopeya de la evolución humana. Aunque a veces puede hacerse un poquito pesado -sobre todo al inicio, pues nunca fui una fanática de la prehistoria- con el paso del tiempo, y conforme se hizo más compleja la sociedad humana, el libro me fue gustando más y más: reúne análisis multidisciplinares, recurre a evidencia científica; y si aboga apasionadamente por algo, sin duda es por conocernos y comprendernos mejor a nosotros mismos, más allá de las emociones, como los animales racionales que somos.
Así, Harari deja sentadas las bases para Homo Deus, la continuación de esta historia; que no sólo estoy muerta de las ganas de leer, sino que confío en que será tan provocativa y ambiciosa como este primer trabajo. ¡Recomendado!
El libro parece muy interesante, me lo apunto!