Pet Sematary

Otro libro que me llega por intermedio de mi novio. Y otro autor; porque sí, señores: no había leído a Stephen King. No sé por qué, pero el autor de Maine (que supo poner a su terruño en el mapa de la mejor manera posible) no me había seducido hasta ahora, que me llegó a las manos este volumen

Lo primero que debo decir es que me encantó leer a King en inglés. Y, si son lectores bilingües, les recomiendo que se mantengan con la lectura en el idioma original. No porque no haya buenas traducciones al español (recuerden que yo no he leído a King, así que no puedo decirlo), sino porque, personalmente, no me arriesgaría a leer una traducción; ya que el autor tiene una cierta cadencia al escribir y una narrativa muy propia y sencilla, que me ha hecho muy agradable la lectura y que ha facilitado muchísimo el avance: con dos sesiones de lectura, alcancé a leer casi doscientas páginas de las 542 que tiene la edición que leí. No sé si leerlo en español surta el mismo efecto.

Ahora, la historia. Es una trama sencilla: familia joven que llega a Maine y alrededor de la cual se va desarrollando de forma paulatina una serie de acontecimientos oscuros, bajo la sombra de un bosque ancestral de los indios micmac al lado del cual hay un Semeterio de Mascotas, y justo al lado de un camino por el que los camiones van tal vez un poquito demasiado rápido para el gusto del autor y de varios de los personajes.

Más allá de los elementos siniestros por los que King es famoso, y que dan un final increíble al libro (que me devoré: no podía quitarle las manos de encima en las páginas finales: King acelera el libro al final, después de desarrollar los personajes y los elementos de la trama) me llamó la atención del libro que es una poderosa reflexión.

Acerca de la muerte, de su lugar en el ciclo de la vida y de cómo muchas veces (más de las que admitimos en público) es una alternativa digna a la misma vida; pero, sobre todo, de su lugar en una sociedad obsesionada con la juventud y la belleza; que cree que no muere ni enferma (y para la que la muerte y la enfermedad son casi pornográficos), y del temor que sentimos frente a lo desconocido, cuyo mayor exponente ha sido esa misma muerte a través del tiempo.

This entry was published on September 14, 2020 at 9:00 am. It’s filed under Lectura and tagged , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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