El título de esta entrada es la forma peyorativa en la que la Humanidad se ha referido al dinero. Porque, ¿quién no piensa en él a menudo? Para agradecerlo, quejarnos, contarlo, gastarlo o ahorrarlo, siempre pensamos en el dinero. Al ser un “medio de pago generalmente aceptado para intercambios”, el dinero siempre está ahí.
Goldstein -quien tiene, precisamente, un podcast y blog al respecto- va hilando en una cronología las historias principales detrás del imaginario más poderoso de la Humanidad: aquel que soporta el dinero. Y explica a través de la historia las viscisitudes que atraviesan todos aquellos innovadores que buscaban fuera una mayor precisión -la contabilidad de doble entrada- o tal vez flexibilizar los patrones monetarios -como Teddy Roosevelt con el patrón oro- para así dar al dinero y al sistema económico que de él se desprende el aspecto que tiene hoy.
A Goldstein se le facilita la escritura de un libro como estos. Primero, le ayuda que conoce del tema. Y, segundo, que tiene un blog y un podcast al respecto. Porque el libro no se hace en ningún momento aburridor, a pesar de que el tema suena muy árido a primera vista, y sólo interesante para amantes de las finanzas como yo. A pesar de tener más de 250 páginas, el libro en ningún momento se hace aburrido ni pesado. En ningún momento son confusos los nombres ni las historias, ni las circunstancias de los personajes que tomaron las decisiones que sacudieron el mundo financiero.
Desde las primeras evidencias de moneda, pasando por la Gran Depresión y llegando hasta el Bitcoin, el libro se hace fácil de leer, tiene un maravilloso ritmo, y Goldstein dibuja a los personajes de modo tal que saltan de las páginas y uno siente como lector casi que pondera con ellos sus decisiones. Pero sobre todo, el libro permite ver cómo pareciera que la frase “esta vez es diferente” aplicara a todas las épocas: puede ser distinta la forma en que lo hacen, o en que van vestidos, o los medios de comunicación disponibles, pero los principios, los mecanismos y la ética detrás de las decisiones no cambian. Y eso es parte de lo que nos hace profundamente humanos.