Caminando Milán, y viviendo engañada

He vivido engañada tooooda mi vida. Es más, puedo decir que una muy buena parte de la población americana (aquella que no desciende de inmigrantes italianos) ha vivido engañada buena parte de su vida. La razón del engaño es que las pastas nunca, nunca van a saber tan rico como en Italia. Ya que lo sé, no podré volver a verlas con los mismos ojos, y sólo me va a quedar el recuerdo de Miscusi, un restaurante de pastas muy amigable con los sufridos estudiantes tercermundistas de economía que éramos Jose y yo…a la vez que delicioso y muy recomendado! Nosotros comimos en uno situado en la Via Pompeo Litta, 6, que es relativamente cercano al Duomo.

Pasta pesto con burrata de búfala y cervecita, para morirse!

Antes de eso, había comenzado el día con un capuccino, antes de comenzar a caminar. Nos fuimos a ver La Última Cena, o Cenacolo Vinciano. Debo admitir que no era algo que nos produjera una emoción inmensa (tal vez por ser arte religioso), pero también fue una de las primeras cosas que le dije a Jose para hacer en Milán. ¡Porque imposible no ir y no admirar la Última Cena!

Tras una visita que nos dejó más admirados de lo que cualquiera habría pensado jamás, salimos rumbo a nuestro free tour. Nuestro itinerario para hoy era ir al Cenacolo, hacer un tour de Milán para conocer más de la historia de la ciudad, y conocer el majestuoso Duomo de la ciudad.

Hicimos este free tour. Nuestra guía, de la que infortunadamente no recuerdo el nombre, nos contó de forma encantadora la historia de la ciudad, desde los romanos y San Ambrosio (pasando por una iglesia por la que vivió y enseñó el obispo) hasta las Galerías Vittorio Emmanuelle II, símbolo de la unificación , italiana. Todo esto, mientras disfrutábamos de las obras expuestas a cielo abierto.

Conocimos el campus de la UniMi, antiguamente un hospital, con la leyenda que existe acerca del césped que hay en su patio. Caminamos por la Plaza de los Mercaderes, una de las más antiguas de la ciudad, donde se reunían los negociantes y banqueros milaneses desde el siglo XIII y que, de manera infame, cuenta ahora con un Mc.Donald’s. También anduvimos por el Teatro LaScala, una de las plazas de ópera más importantes del mundo, y por el Castello Sforzesco, no sin antes haber hablado de los distintos señores que gobernaron Milán (los Visconti, los Sforza, los franceses, etc. y de cómo influyeron en el desarrollo de la ciudad y de sus empresas), de cómo la ciudad adquirió su nombre gracias a los romanos y a un jabalí, de mercaderes, banqueros, señores y empresarios, del gótico lombardo (que, a diferencia del manuelino, brabantino, y del internacional se hace con ladrillos), antes de terminar donde habíamos comenzado, en el Duomo.

De todo el recorrido, una iglesia nos llamó la atención: la de San Bernardino alle Ossa. La de los huesos. La razón por la que es llamativa es muy simple…(¿o diré razones?)

Antes de entrar al Duomo, quisimos comer un helado. Mi amigo Cami, que estudió en Milán, me dio buenas indicaciones acerca del gelato, recomendándome ir a Cioccolat, la que fue su gelateria favorita cuando vivió en la ciudad. Está localizada en la Via S. Raffaele, 6. No garantizo que no haya fila, pero sí que el gelato es más que exquisito y de altísima calidad. Justo como me lo describió mi amigo.

Foto grilla, porque sólo una vez eres estudiante y estás comiendo gelatto al frente del Duomo de Milán.

También, comimos panzerotto donde Luini. Otro hit de la ciudad que se averiguó Jose, ya que no es el típico calzoni que conocemos por aquí, sino que hay muchísimas variedades: dulces, de sal, del día…como para que la gente almuerce o se lleve a su casa o a una visita. Deliciosos.

Después de nuestro almuerzo compuesto por panzerotti y gelato, subimos al Duomo. Debido a la emergencia por Covid, subir a las torres no estaba permitido. Por lo tanto, esa parte del recorrido y otras zonas de la ciudad (como Brera y Canaletto, que es perfecta para el aperitivo, según me explicó Cami) se me quedarán para una próxima ocasión.

No obstante, pudimos subir al techo del Duomo (les dejo el sitio web oficial, y es recuerdo mi servicio social de COMPRAR EN SITIOS OFICIALES Y CON ANTELACIÓN) justo en la hora dorada, para ver lo que hay a continuación:

Un paisaje etéreo, como de cuento de hadas, y que encima permitió ver los Alpes como telón de fondo, gracias a que el día había estado despejado. Ya el interior de la catedral es menos… pomposo que el exterior, ya que hay mucho adobe y tapices que lo oscurecen, así que para nosotros fue un poquito como una bajada de carriel después de lo que vimos subidos al techo. No obstante, su bosque de columnas no deja de ser majestuoso, y estoy muy segura de que en su momento el edificio debió imponer bastante, pues si hoy nos asombra…

¿Hay una mejor manera de terminar este día? Sí, ¡con pasta!

This entry was published on October 24, 2022 at 9:00 am. It’s filed under Diario de Viaje, Viaje and tagged , , , , , , , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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