No puedo ver a mi alrededor, pero sé que mis amigos también van caminando en fila india hacia el avión, por la pista de Charleroi. Abordamos el avión en medio de la niebla más densa que haya visto en mucho tiempo con rumbo a la antigua cortina de hierro. La llamada París del Este, Budapest, nos espera.

Llegamos al aeropuerto, y nos informan de que en el país la mejor app de movilidad es Bolt. Debido a que la tasa de cambio y el número de personas nos favorece, podemos tomar un taxi en lugar de un bus o tren hacia la ciudad, para llegar a nuestro hotel, el Full Moon hotel, muy bien situado en el centro de Pest (y que recomiendo mucho), donde compartiremos una habitación privada con desayuno típico. Dios bendiga la tasa de cambio.
Aquí, un tip financiero para cuando visiten países europeos que no tienen como moneda el Euro: pidan siempre que les cobren en la moneda nacional, ya que si se hace el cobro en euros, automáticamente la cantidad que paguen será mayor pues la tasa de cambio que usan para convertir la moneda nacional en euros será un poco más favorable al comercio que a ustedes.
La TíaViajera y Jose nos recomendaron tomar el bus turístico (nosotros tomamos este, que nos incluía el tour por el Danubio, un tour caminado por el centro de la ciudad y 48 horas de bus que podíamos tomar, con la posibilidad de tomar un recorrido adicional que nos subía al castillo), ya que se adaptaba al tamaño de la ciudad y nos facilitaba los recorridos y la logística. Por una increíble coincidencia, descubrimos que nuestro hotel quedaba cerca de una de las paradas, por lo que el transporte se nos hizo el triple de fácil, y no hubo necesidad de tomar ningún transporte público que no fuera este bus turístico.
Valga decir que esta ciudad es bueno visitarla desde más o menos el 20 de abril hasta finales de mayo, ya que antes de abril es demasiado fría, y después demasiado calurosa (hasta octubre, cuando ya empieza a helar). En nuestro caso era noviembre, por lo que básicamente hacía un frío del demonio. Se levantaba un viento gélido desde el Danubio que nos hacía mantener los brazos cruzados mientras caminábamos, con la cabeza gacha, o que nos hacía apreciar el tapabocas estando incluso en la cubierta destapada del bus. Y nos oscureció pronto también, pero todo era parte del paseo, y conocimos un lado de la ciudad que posiblemente sea poco turístico.
Esta primera parte de la estadía, la aprovechamos para recorrer las avenidad de Budapest (que es llamada París del Este por la forma en que su centro histórico -sobre todo la zona de Pest- recuerda a las avenidas y los boulevares de la capital francesa), lo cual puedo confirmar después de haber estado en ambas ciudades: parecen hechas por el mismo urbanista, sólo que Budapest tiene el detalle de que las avenidas parecen hechas para hacer los desfiles de tanques soviéticos, pues son más anchas que las de París. Estas son algunas fotos de los lugares más emblemáticos de la ciudad:





Comimos en un sitio llamado Bamba Marha. Yo sé, nadie va a Budapest a comer hamburguesa. Pero estas estaban exquisitas, y la salsa de tomate con granada es una total recomendación, igual que las papas fritas hechas con batata dulce. También probamos los kürtőskalács, un pastel cilíndrico que se hace con harina, se recubre con canela y azúcar y se puede rellenar con helado y salsas. Lo probamos en un sitio por el cual habíamos pasado a lo largo del día, y que siempre veíamos concurrido, por lo que asumismos correctamente que era bueno, Molnar’s Kurtoskalacs, que queda en 1052 Budapest, Váci utca 31. Ustedes me dirán, con base en la foto, qué les pareció la elección:

Conforme atardeció, fuimos al puerto para tomar el crucero por el Danubio. Nos sentamos en la cubierta del segundo piso, tomamos vino caliente y celebramos estar juntos esta noche fría de noviembre, detrás de la Cortina de Hierro. Y nos quedamos de una pieza cuando ante nosotros pasó esta joya:


Tristemente, nos quedamos sin poderlo ver por dentro, pues las boletas ya estaban agotadas. Pero una próxima ocasión será.
Me muero por ese kürtőskalács! No lo probé 😦
Realmete Budapest es una joya en bruto! Esto la hace aún más atravtiva.