Seguimos en Amsterdam. Y seguimos maravillándonos con esta hermosa ciudad. ¡Algo que nos ha sorprendido mucho de la arquitectura es lo estrecho de las casas! Ya habíamos hecho chistes en Brujas acerca de la factibilidad de meter (y acomodar, que no es poca cosa) una cama tamaño king en esas casas, pero Oso nos desveló el misterio en su tour. Éste tiene que ver con un elemento arquitectónico muy presente, muy visible (y muy útil) en las casas de esta región del mundo. No diré cuál es, para que cuando vayan allá se den cuenta, y podamos reír todos del chiste.
Hay, sin embargo, un elemento de la arquitectura holandesa tradicional que nos dejó a las tres de una pieza: las escaleras holandesas. Son angostas y empinadas, situadas en las esquinas de estas casas tan particulares, a cuya estructura se abrazan. Una maleta pesada, un traspiés o simplemente tener algunos tragos de más en la cabeza puede resultar mortal para el usuario de estas escaleras.

Por la mañana, desayunamos en una cafetería que habíamos visto cerca al hotel. Se llama Corner Bakery. Pero, de nuevo, como no habíamos podido tener el carnet de vacunación belga, no pudimos comer dentro del establecimiento. Por más que nos ofrecieron mantas y nos trajeron calentadores, el frío se estaba empezando a sentir, incluso en una mañana despejada como esa. Sin embargo, recomiendo absolutamente el sitio, ya que la atención fue impecable, el menú delicioso y muy variado, y los precios adecuados.
Dimos un paseo adicional por la Museumplein, que está muy cerca del hotel. Un lugar precioso, donde se ncuentran juntos museos de talla internacional como el Rijksmuseum, el Museo Van Gogh, el Stedelijk y la Sala de Conciertos, separados por un espectacular espacio público en el centro que funciona como jardín, parque y sitio de descanso y reunión de los habitantes de la ciudad a lo largo del año. También pasamos por delante del museo de la Casa de Ana Frank, que queda un poco más retirada, cerca a lo que se ha llamado el Barrio Judío.
Todos los links que dejo en los nombres de los museos corresponden a sus páginas web oficiales, en los cuales pueden comprar directamente la boleta, y revisen las condiciones de reserva y de visita. En lo posible, eviten a los revendedores. Sin embargo, para estas compras, hay que tener en cuenta que los museos neerlandeses están entre los más visitados del mundo, hay que reservar con tiempo y -como infortunadamente fue mi caso- poder contar con las condiciones de documentación necesarias para la visita. Como no contábamos con el carnet de vacunación belga todavía, este fue un viaje muy de conocer y caminar la ciudad.
Antes de salir para Bélgica, comimos en DeHallen, el mercado de comidas de la ciudad. Les dejo aquí la página web con información sobre el sitio. Su contraparte en Bruselas es WOLF, lo que en Medellín llamamos Mercados del Río. Fue muy agradable, puesto que había muchísima variedad de comida, y una galería de arte. También, porque esta es otra forma de acercarnos en la medida de lo posible a la vida local, ya que este tipo de lugares suelen ser de los favoritos por los habitantes de la ciudad, que así evitan los sitios turísticos.
Ya se estaba acercando la hora de regresar. Tomamos el tranvía para un último trayecto hasta Amsterdam Centraal, y luego nuestro tren, que nos llevaría hasta Bélgica.
Por fin entendí por qué no habías ido a los museos