Días de celebración

Ayer fue un día que se conoce de muchas maneras. Yo crecí conociéndolo como el Día del Idioma, ya que se ha celebrado el nacimiento de Miguel de Cervantes y, a su alrededor, de lo mejor que tiene el idioma español: su dinamismo, su historia, y sus aportes a la literatura. Esto último dio lugar no solo a muchas pequeñas ferias del libro en colegios (como las mías) o a que fenómenos como la FilBo fueran en estos días.

Cervantes, su retrato más popular, en Wikipedia
El mítico cartel de la FilBo, tomado del sitio del evento, celebrando los 35 años del mismo

También he aprendido que coincide con el Día de Sant Jordi en Barcelona, una de las leyendas más hermosas de la ciudad. Con motivo de la leyenda, es común ver ese día a los barceloneses regalándose rosas y libros durante el día entre ellos, como una forma de unir ambas celebraciones. Encontré una selección de tweets al respecto, crédito a sus autores.

Sin embargo, en fechas más recientes se le ha llamado el Día del Libro. Tal vez como una forma de globalización, lo que comenzó siendo una fecha muy hispana, ha comenzado (por su propio “campo gravitacional” propio de un idioma con varios cientos de millones de usuarios) a aglutinar lectores y hablantes de otras lenguas alrededor de uno de los actos (o competencias de la le vía, como me enseñaron) más importantes: el leer.

Ya la reunión va más allá de un escritor o una lengua. Es acerca de un objeto (el libro, aunque para los barceloneses lo ha sido siempre) y del acto de leer. Ha dado lugar a etiquetas virales, como la #shelfie (aunque también hay ejemplos aquí y aquí), la selfie con tus libros, por ejemplo.

Pero, más allá de retos que puedan parecer tontos, celebrar al libro y a la lectura implica celebrar el hecho de tener la mente abierta. Porque leer no es sólo recibir información y procesarla. Se extiende a aceptar la existencia y formulación pensamientos que no son exclusivamente los tuyos, vivir rodeado por la historia y por un mundo de historias, cuestionar (al menos en parte) la realidad que te rodea y correr el riesgo de abrirte el mundo cada vez que abres el libro. Por eso, en obras como Fahrenheit 451 o 1984, leer era considerado un acto de rebeldía. Un acto peligroso. Sigamos corriendo este tipo de riesgos.

This entry was published on April 24, 2023 at 9:00 am and is filed under Reflexiones Lectoras. Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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