En noviembre, los libros severos

En noviembre, las palabras se hicieron admoniciones, y las líneas se entrelazaron para bosquejarme la arquitectura de un vasto proyecto social y económico, que no pudo llevarse a cabo debido a la muerte del autor del proyecto y del libro, en el que se plasman sus pensamientos sobre el mundo.

Se trata de “Mi credo hindú” de Mahatma Gandhi. Valga aclarar que la traducción del título no es muy buena, por lo que restringe el concepto que trataba de abarcar el Mahatma con su título original (“My indian faith”, “Mi fe india” en español) a un asunto que, para los occidentales, es netamente religioso, cuando los planteamientos del libro son más espirituales que religiosos.

Libro severo donde hay pocos, señala las contradicciones y las falencias de la Humanidad, y del sistema occidental en particular. En contraposición, el Mahatma propone un régimen basado en la concepción de la no violencia o Ahimsa; y, sobre todo, en el Amor. Se comprende al Amor no como aquella pulsión posesiva propia de Occidente, sino como la comprensión de que los demás son, al igual que yo, manifestaciones de Dios. Semejantes, a los cuales hay que amar tanto o más que uno mismo.

Una visión de la Caridad que, aplicada a la concepción de la sociedad como de un engranaje donde todos cumplimos la función de girar, proporciona la fluidez que, a veces, perjudica la interdependencia y comunicación entre movimientos que propenden por un tren de vida menos material para la humanidad, como los movimientos ecologistas, glocales y de vida lenta. Una opción de vida que bien podría significar un regreso a los orígenes, a una vida menos plagada de beneficios materiales en el corto plazo, y más vacía en lo fundamental, y en el largo plazo. Una opción que significaría el sacar al propio planeta de su curso actual de muerte y desolación.

Su lectura es una reflexión y una muestra esclarecedora de los entramados de la sociedad; pero ésta requiere de tiempo y, en ocasiones, de repetir pasajes, para comprender a cabalidad las ideas que allí se exponen.

Después, viene la iluminación.

This entry was published on December 5, 2010 at 4:11 pm. It’s filed under Lectura and tagged , . Bookmark the permalink. Follow any comments here with the RSS feed for this post.

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